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Entrevista:AURELIO MIRALLES | Interiorista

"Lo moderno ya es viejo"

Miquel Alberola

Pregunta. ¿Es cierto que fabrica atmósferas a medida?

Respuesta. Se podía llamar así. Queda muy bien y se entiende. Es un poco el entorno a medida. Hay clientes que entienden que eso es importante, porque es el entorno inmediato, y no quieren que sea algo casual. Quieren algo un poco más especial, un poco más a medida. Eso, en la medida que el cliente tiene esa posibilidad, sí que se puede hacer.

P. ¿De cuánto estamos hablando?

R. El entorno inmediato es tanto el bolígrafo que tengo en la mano como esta mesa, como la habitación, como el resto del despacho. Cuantos más posibles tengas, más puedes abarcar. Pero tampoco se trata de lujos, sino de criterio a la hora de elegir sus utensilios.

P. ¿La gente construye sus entornos a partir de sus objetos?

R. No, los objetos son una escala muy pequeña de un entorno a medida. Son casuales y no determinan nada. Lo importante es el entorno. Aunque la gente empieza por el objeto y termina en el espacio. Ahora lo entiende mucho más. En los ochenta era un lujo y ahora es lo normal.

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P. Se dice que usted sólo trabaja para clientes que le merecen.

R. La obra y el proyecto son largos, entonces hay mucho tiempo de convivencia. El encargo viene prescrito porque se han visto antes otras cosas. Se habla y hay cierta química. Trabajar un año o más con alguien con el que no conectas es un poco complicado.

P. ¿Lo que usted hace es bonito o es útil?

R. No, útil no es. Es funcional, y bonito también lo podemos llamar. Algo que está equilibrado, que está ordenado, que es redondo... tiene esa sensación de bonito y elegante.

P. ¿Trabaja con lápiz o con ratón?

R. Con ratón y con lápiz, y con rotulador... Ya no se podría trabajar sin el ratón.

P. En algún tiempo se llamó decorador a lo que ahora se designa como interiorista. ¿Cómo se siente usted?

R. Más interiorista, porque significa que has elaborado un poco más. Decorador es más oficio, mientras que el interiorista proyecta más, aunque en definitiva son lo mismo.

P. ¿Qué hace? ¿Minimalismo?

R. No. El minismalismo es muy difícil de realizar, ejecutar y entender. Llegar a sintetizar significa que tienes que elaborar muchísimo más porque todo se ve inmediatamente, aunque se vea poco. Es muy difícil que la gente conviva diariamente con el minimalismo.

P. ¿Cómo define lo que hace?

R. Es algo contemporáneo. Al decir contemporáneo, estamos barajando términos más actuales. Algo moderno, porque lo moderno tampoco existe. Lo moderno ya es viejo. Lo contemporáneo es el momento. El momento sin radicalismos. Es lo más cómodo y lo más cálido, donde todo el mundo se puede sentir a gusto. Lo que pretendo es que las sensaciones que yo obtengo cuando hago algo, las sientan las personas que van a vivir ahí.

P. ¿Hasta qué punto influye la configuración del espacio en nuestro comportamiento?

R. Hay personas más receptivas que otras. A mí me influye mucho. Cuando entro en un restaurante, entro a comer, pero si no estoy cómodo no es lo mismo. Creo que a las personas que me encargan cosas les sucede algo parecido. Uno está más relajado, asentado y organizado si lo que le rodea va con él. Hay personas que viven en un medio muy caótico, y yo hasta me podría incluir, pero lo que tenemos que tener amueblado es la cabeza.

EN DOS TRAZOS

Aurelio Miralles (Alicante, 1955) dejó Alicante por Valencia porque quería ser pintor, una pasión que le transmitió su madre, pero lo suspendieron en la academia de San Carlos de Bellas Artes y se desvió hacia las artes aplicadas como el interiorismo y la decoración. Aunque todavía pinta cuando tiene tiempo, es en el ámbito del interiorismo donde ha alcanzado solvencia y notoriedad. Organiza la vida de su selecta clientela a través de atmósferas a medida, en las que se emplea muy a fondo bajo la premisa de la funcionalidad y la interrelación de los espacios.

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Sobre la firma

Miquel Alberola
Forma parte de la redacción de EL PAÍS desde 1995, en la que, entre otros cometidos, ha sido corresponsal en el Congreso de los Diputados, el Senado y la Casa del Rey en los años de congestión institucional y moción de censura. Fue delegado del periódico en la Comunidad Valenciana y, antes, subdirector del semanario El Temps.

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