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Entrevista:Agustín García Calvo | LAS MEMORIAS DE UN HETERODOXO

"Soportamos un régimen basado en la fe de que cada uno sabe lo que quiere, lo que compra, lo que vota. Esa mentira"

Agustín García Calvo (1926), en su casa de Zamora. Cuatro camisas sobre su cuerpo, una encima de otra. Y encima de la mesa su último libro, Registro de recuerdos, compuesto con artículos publicados en el diario La Razón, donde el poeta se encara con su memoria, tratando de rehuir la Novela, la Historia, la Biografía y cualquiera de sus odiadas -ya entrañables- mayúsculas.

PREGUNTA. Deslumbrante libro.

RESPUESTA. Ya... El azar puede hacer algo de arte de vez en cuando.

P. Es tan difícil soportar la infancia en las memorias...

R. Yo creo que si se soporta es porque está hecho al revés. Este libro está encaminado a destruir la Historia más que a hacer Historia. A destruir la Historia mediante la evocación.

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P. Bueno, uno de sus encofrados. Pero este libro es deslumbrante por lo que fragua.

R. Eh... Sí, contra la Historia, contra la Biografía Personal, la Novela, la Noticia..., contra todas las fabricaciones de la Realidad. Se trata de hacer sentir que hay algo más que Realidad. O más bien que es una fabricación falsa, y que por todas partes deja abiertas grietas, que muestran que no es verdad. He tratado también de atacar el problema de la intimidad, que es un verdadero problema. Denunciar la falsedad de la Vida Privada que en la confección de la Realidad juega un papel primordial. El Régimen que soportamos está basado en la Fe de que cada uno de nosotros sabe lo que quiere, lo que compra, lo que vota. Esa mentira.

P. En el libro, aparte de la intimidad como problema está su intimidad.

R. Vamos a ver: en el libro aparece la persona que se puede llamar mía como un monigote entre los otros, sin una diferencia esencial. En cuanto a la otra primera persona, que es el Autor, el fabricante..., pues yo no creo en el Autor.

P. Descree con matices. Los interrogantes de la firma.

R. En mis últimos libros siempre firmo entre interrogantes.

P. No en el copyright, claro.

R. No, claro, tengo que resignarme ante algunas coacciones de la Industria del Libro. Tengo que sacar las cosas bajo mi Nombre Propio, en el cual no creo mucho... En fin, en estas cosas de la Industria Cultural trato de llevar un ten con ten. Porque no cabe mucha solución ni por un extremo ni por el otro. ¡Los miles de millones que me pierdo cada año por no venderme a la Cultura, al Régimen, por no aparecer en la televisión...!

P. ¿Tantos?

R. ¿En promoción y en..., no le parece que sería tanto...? Bueno, dejando aparte esas precisiones: lo que quiero decir es que uno no puede adoptar la postura del eremita, porque siempre cabe que haya cosas que a través de uno se puedan hacer y que sirvan para algo a la gente corriente. Y por otro lado, uno, decentemente, tampoco puede venderse. Entre esos dos extremos no hay más que bailar en la cuerda floja, meter la nariz, aparecer de vez en cuando...

P. Volviendo a la intimidad. Dice al exhibirla, como Proust, que cuanto más íntimo más común.

R. Sí, yo es cualquiera. Yo es común. Yo es cualquiera que dice yo. En ese sentido, no hay lugar para distinguir entre comunidad e intimidad.

P. En el libro hay cruces diversos entre la memoria y la historia. La Guerra Civil, por ejemplo. Quiero decir que sus recuerdos no flotan en un líquido amniótico.

R. Los datos de la Historia se utilizan constantemente. Tanto los de la persona, niño, joven, como los de la Historia del país o del mundo. Y se utilizan para poner en evidencia su Realidad. Se parte de lo que nos viene dado, desde luego. El arte consiste en hacer sentir que esa Realidad no se agota con una referencia histórica sino que está latiendo en ella algo más, que no es lo real de la persona ni del mundo.

P. Para serle franco, no veo en qué sentido esas dos memorias se contradicen.

R. La mentira de la Historia es la mentira misma de la Realidad. Hay un sinfín de vaguedades que se cuelan por las grietas de la Realidad. Cuando se hace Historia, aquel que la hace está configurando sus límites en unos nombres, unas cifras, incluso, y por tanto está pretendiendo apresar de una forma finita, real, aquello que está lleno de infinidades. Eso cualquiera lo siente. Hay un momento en que evocando un hecho cualquiera de su mundo uno no se siente contento con la explicación, con la denominación, con la cuantificación de la Realidad. Uno siente que aquello no era verdad; que pretendía ser verdad, pero que no lo era.

P. ¿Y qué diferencia hay entre ese apresamiento de la historia y el apresamiento semántico, literario que usted practica con sus recuerdos?

R. También quedan resquicios. Las palabras de significado, que son lo mismo que las ideas, no son un número finito. No hay un diccionario cerrado de la lengua. Cada significado de una palabra no puede estar de verdad cerrado, sino que siempre quedan resquicios. La literatura, por medio de juegos, choques entre palabras, metáforas, trata de no contribuir a que se crea que se está mencionando aquello que la palabra menciona; trata de hacer sentir esa indefinición nativa de la palabra, lo cual va en el sentido de intentar descubrir la falsedad de lo real.

P. En Áspera felpa roja, uno de los capítulos del libro, evoca usted "el bullicio de los estudiantes del mundo de febrero de 1965".

R. El bullicio que yo viví, o mejor que me arrastró, en 1965, es un acontecimiento del que hablo con gusto porque para mí no es Historia, sino algo que sigue estando vivo y que no hay necesidad de resucitar. Desde entonces he asistido a otros muchos pronunciamientos, tumultos, de estudiantes o de gente no mortalmente formada, que es de lo que se trata. Y, bueno, todos han ido cayendo, es decir, cayendo en el sometimiento a la Realidad.

P. Ahora hay otro tumulto.

R. Sí, con motivo de esta chapuza sangrienta que han dado en llamar guerra, como a la de hace 12 años, mentiras hasta en el nombre, hay un tumulto notable. El tumulto ha estado sometido, en general, a estos carteles "No a la guerra", y lo que es todavía peor, "Sí, a la paz". Esto es sometimiento, porque llamar guerra a eso es legitimar el engaño y la mentira. El no, que es lo vivo, queda desviado, entorpecido, por la referencia falsa a una guerra que no es más que una chapuza del Capital en marcha, ya casi a la desesperada, para seguir manteniendo sus industrias, desde luego la de armas y trastos, pero sobre todo la producción de noticias, que es la industria principal del Régimen.

P. ¿Y bien?

R. Sin embargo, a pesar del lema equivocado, el tumulto siempre es bueno, porque nunca se puede estar del todo seguro de que en su conjunto pueda encauzarse. Y eso siempre puede dar lugar a cosas como las de 1965 en las diferentes partes del mundo donde se produjo. Lo grande del levantamiento de 1965 fue su carácter inesperado. Y ésa es la condición que tiene que tener cualquier cosa que valga, porque el futuro, el futuro hecho, es la muerte.

P. El arma del poder es saber todo lo que va a producirse.

R. Sí, tal vez sea el más notable de los que hemos conocido. Y en general ha sido tanto o más imprevisto cuanto hace 12 años los poderes hicieron más o menos la misma guarrada con aquella llamada guerra del Golfo y entonces no hubo tumultos.

P. En abril de 1996 hablaba usted sobre los pacifistas, organizados contra la guerra de Kosovo, en estos términos: "No paz, sino guerra a la guerra".

R. Hoy se puede repetir. Son glosas de la palabra No, que es la sola palabra que el pueblo dice. No se trata de decir sí, sí, sí, aunque sea a la paz; se trata de negar, oponer, denunciar. Guerra a la guerra, muerte a la muerte, en fin, formas de esta negación.

P. Antes ha vinculado usted la guerra al negocio de la producción de noticias. ¿De veras cree eso? ¿Y con qué argumentos?

R. Sí, lo creo. No me he molestado en hacer acopio de cifras económicas, pero a ojo de buen cubero puede decirse que en este momento no hay ninguna industria que mueva más dinero que la de la producción de noticias.

P. Es posible que eso sea verdad, pero de ahí a que la guerra se vincule a esta causa hay un salto.

R. Los creyentes en la Realidad pretenden que hay causas. Una, preferiblemente. O si no, unas pocas causas. En fin, yo no digo que alguien desde lo alto haya declarado la guerra por esto. Digo que esto, las noticias, es un factor decisivo. Lo que no se puede desconocer es que es una falsedad pensar que se puede dar noticia de acontecimientos. La pretensión de la objetividad... Eso es uno de los grandes engaños. No hay que olvidar que la información de noticias es formativa, es decir, que es constitutiva de la Realidad. Es lo mismo que declarar a uno idiota es contribuir a hacerlo idiota. No es dar ninguna noticia acerca de su estructura psicológica objetiva: es contribuir a la formación de la Realidad, del sujeto como idiota.

P. Tal vez sea contribuir a las dos cosas.

R. Eh..., sí, sí, a las dos. Yo niego que quepa hacer una información por las buenas. Una información es siempre creativa, constitutiva.

P. Como todo conocimiento.

R. Todo conocimiento es creativo. El pensar que hay una especie de lenguaje físico de la Realidad, que habla de ella, y que la Realidad está ahí de por sí, y que el observador, o el aparato de observación, no influye en la Realidad es algo que hasta los físicos mismos descubren que es falso.

P. ¿Así cree usted que el principio de incertidumbre de la física cuántica puede metaforizarse en cualquier circunstancia?

R. La Realidad es la Realidad, aparezca como aparezca. Yo prefiero tratarla en la Física, como he hecho en un libro, Contra la Realidad, descubriendo los hallazgos de los físicos honrados, de la invención desmandada, de los cuánticos y todo eso. Pero esas interpretaciones se pueden aplicar a otras cosas.

P. Bien: ¿la guerra es o no una necesidad del guión mediático?

R. La guerra es una necesidad de la Realidad y los medios forman parte constitutiva de esa Realidad.

P. En el epílogo de su libro hay algunas explicaciones sobre la técnica con que está escrito. Me ha llamado la atención la precisión con que describe la regla de la frase biensonante, "principalmente la de que el intervalo entre los dos últimos acentos de cada frase, o coma de frase bien marcado, sea preferiblemente o de 3 sílabas no marcadas o de 4 con marca subsidiaria en la 3ª, y que no sea de 2, si puede evitarse decentemente".

R. Sí, eso es el ritmo de prosa. Algo que suene bien en cuanto a cadencias, pero que no sea verso. En el Tratado de rítmica y de prosodia que estoy haciendo y que espero acabar antes de morirme, trato de desarrollar estas cuestiones.

P. "Lo que suena bien", dice. ¿Objetivable, entonces?

R. Sí, el ritmo... Es una cosa tan profunda... El ritmo está por debajo de la Realidad misma, que es a la que suele aplicarse lo de objetivo. En el mismo sentido que el ritmo está por debajo de los números, también. Por debajo de las cantidades numéricamente configuradas hay como una especie de onda, onda rítmica, que sin necesidad de obedecer a números los está... como prefiriendo o anunciando.

P. Hay una confesión sorprendente de sus recuerdos: alude usted a aquellas épocas en que vestía de ejecutivo.

R. Debía de decir, mejor, de preejecutivo, porque el término aún no estaba en uso cuando yo vestía esos trajes... Sí, iba de funcionario y de padre de familia. Ambas cosas las hice de muy jovencito. A finales de los cuarenta. Ya catedrático.

P. Hoy viste usted cuatro camisas.

R. Y una verde que me pongo para salir a la calle, sí. Un residuo de los hippies y todo aquello.

P. ¿Y qué hubo de pasar entretanto?

R. Bueno, los factores múltiples. Descontento respecto a la cátedra, a la familia, a todo eso. El descontento empezó a corroer la estructura desde muy pronto. La verdad es que romper, romper sólo en 1965, con el levantamiento de los estudiantes por el mundo. Aquello me enseñó y me cambió, y coincidió además con los otros desastres personales.

P. ¿El hombre del traje gris sigue vivo?

R. Sí, claro, hay muchas contradicciones en uno. No se pueden dejar enterradas en un sótano hermético todas las cosas que uno ha sido. Todas están vivas. No sólo las que están dentro de mi personaje histórico, sino también las que están fuera. Ese hermanito mío que murió con cuatro años cuando yo tenía seis...

P. El hermanillo, que suele llamarle. Una de las cosas raras de su lengua es cómo coloca los diminutivos: nunca resultan insoportables.

R. Son elementos de la lengua verdadera, la hablada, que cuando pasan a la literatura son difícilmente tratables. Se trata, sí, de hacerlos pasar. Una de las cosas más difíciles de la escritura es salvar esa barrera que se interpone entre la lengua hablada y la escrita.

P. En cuanto a su hermano muerto...

R. Sí... Yo, que no creo en nada, que trato de no creer en nada, no por eso dejo de tener supersticiones. Y desde luego, el recuerdo de mi hermano se me ha convertido en una superstición que no abandono. En un poema largo, inédito, hay un verso que dice: "Era una vez en que yo era dos niños".

P. Hay otra escena familiar muy poderosa: la visión del sexo de su madre y sus bromas freudianas sobre aquel instante tan fugaz. En cuanto a Freud, parece reírse usted de alguien que ha sido muy importante en su vida.

R. No me río, no. Yo soy fiel. Soy fiel a la operación del psicoanálisis. El que no es siempre fiel es él, en sus escritos. Yo soy fiel a la operación negativa del psicoanálisis. Y estoy muy en contra de la aplicación del psicoanálisis para la restitución de la persona. Y Freud mismo no estuvo del todo libre de esto. Pero empecé a leerle poco antes de 1965 y ha influido decisivamente en mi vida.

P. ¿Cómo envejece?

R La verdad es que no me afecta gran cosa. En la medida en que voy descreyendo del cómputo y de la definición de realidades, pues también la mía sigue el mismo destino. La verdad es que creo que estoy bastante desentendido acerca de las cuestiones de mi destino, mi fin, y similares. Aunque, claro, también hay noches de pesadillas y tristezas.

García Calvo dicta las conferencias 'Cómo la música nace de la lengua' en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid, hasta el 29 de mayo.
García Calvo dicta las conferencias 'Cómo la música nace de la lengua' en el Centro Cultural Conde Duque, de Madrid, hasta el 29 de mayo.ULY MARTÍN

BIBLIOGRAFÍA

Canciones y soliloquios.

Contra la Realidad.

De la felicidad.

Avisos para el derrumbe.

De Dios.

Sermón del ser y no ser.

Hablando de lo que habla: estudios de lenguaje. Premio Nacional de Ensayo, 1990.

Baraja del rey don Pedro.Premio Nacional de Literatura Dramática, 1999.

(Todos publicados por la editorial Lucina).

Contra el automóvil: Sobre la libertad de circular.(Virus).

Traducciones de A. García Calvo.

Sonetos de amor. William Shakespeare (Anagrama).

De rerum natura -De la realidad. Lucrecio (Lucina).

Ilíada. Homero (Lucina).|

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