_
_
_
_
_

Duro y "sin florituras"

El central sevillista Javi Navarro, tres temporadas lesionado, es dueño de una empresa de transportes

Es sencillo, modesto y discreto, como su fútbol. Así es Javi Navarro (Valencia, 1974), central del Sevilla, convocado ayer por Iñaki Sáez para los partidos ante Ucrania y Armenia que disputará la selección española la próxima semana. Tanto que no se atrevió ni a celebrarlo. "Es que nunca me había planteado que esto pudiera pasarme. Siempre lo vi como algo muy lejano. Todavía es pronto para que asuma lo que esto significa", explicaba desde el popular bar sevillano en el que comía de tapas con unos amigos.

Navarro, junto a Pablo Alfaro, lidera la defensa menos goleada de la Liga y una de las más duras. Al menos ésa es la fama que tiene, aunque sus componentes se aferren a las estadísticas para negarlo. "Sólo llevo una o dos tarjetas amarillas este año. No es mala cifra para un defensa. Eso lo dice todo", argumentaba ayer el nuevo seleccionado. Justo se le olvidó la roja directa que recibió en el Bernabéu, por un pisotón a Ronaldo.

Su entrenador, Joaquín Caparrós, y varios de sus compañeros han reconocido recientemente que su equipo juega "al límite del reglamento", pero sin salirse. Si acaso se han saltado las barreras este año, ha sido en partidos con mucha repercusión pública. Aquella misma noche del Bernabéu, a principios de enero, Alfaro, el hombre récord de expulsiones de la Liga en activo, también pisó una pierna, de Míchel Salgado en este caso. Y unos meses antes, en el Calderón, propinó un claro codazo a Aguilera, que acabó en la banda, sangrando abundantemente por su nariz.

Más allá de las polémicas, Navarro se reconoce como un jugador al que le gusta hacer las cosas "sin florituras". "Es que no estoy muy dotado técnicamente", afirma. Cree que la convocatoria es un premio para todo el conjunto defensivo del que forma parte, junto a Alfaro, Redondo, David, Njegus y Óscar.

En el Sevilla, Javi Navarro ha florecido como jugador. Criado en la cantera del Valencia, pasó por el Logroñés y el Elche y llegó a estar tres temporadas parado por serios problemas en una rodilla antes de acomodarse hace tres años en el eje del equipo de Caparrós, que cuenta con él y con Alfaro como alter egos. Transmisores sobre el terreno de su fútbol de presión y agresividad al límite.

Durante el tiempo que estuvo de baja, Navarro se implicó de lleno en una empresa de transportes que su familia posee en Valencia -"una cosa pequeñita, cuatro camiones frigoríficos"-, y que hoy ya es propiedad del futbolista.

Soltero y sin compromiso, el jugador disfruta en su tiempo libre de la ciudad en la que ha alcanzado su cénit profesional. Junto a su inseparable Pablo Alfaro, es fácil encontrarles tomando el aperitivo cualquier día de la semana en la plaza del Salvador, en pleno centro de Sevilla, mezclados entre la muchedumbre de parroquianos habituales. "Me gusta moverme por la ciudad y disfrutar de todo lo bueno que tiene: la calle, la gente". Así se siente uno más, justo lo que él prefiere ser.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_