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La Diputación de Vizcaya respalda la creación de 'narcosalas'

Un informe oficial calcula que hay 500 drogodependientes 'sin techo' en la provincia

Naiara Galarraga Gortázar

Un informe encargado por las Juntas Generales de Vizcaya y presentado ayer por el diputado de Acción Social, Ricardo Ansotegui, recomienda crear "salas de venopunción" (lugares donde los drogodependientes pueden pincharse o fumar droga bajo supervisión y en condiciones higiénicas) además de "centros de día, de noche y pisos de acogida". Éstas son algunas de las medidas propuestas para atender a los 500 toxicómanos sin techo que viven en Vizcaya.

El informe, basado en entrevistas con 36 toxicómanos sin techo y personas vinculadas a 24 organizaciones sociales que trabajan con este colectivo, afirma que estas asociaciones "reconocen como un valor fundamental para mejorar la intervención en este campo el impulso político que las instituciones han demostrado al respaldar recursos como el centro de día de la Comisión Ciudadana Antisida o el centro de noche Hontza". Decenas de toxicómanos sin techo reciben atención sociosanitaria básica en uno y otro, ahora con normalidad.

Refiriéndose a las protestas vecinales que se han alzado ante la posibilidad de que la ONG Médicos del Mundo abra en su sede de Bilbao una sala de venopunción, el diputado Ansotegui advirtió de que las instituciones no se dejarán llevar por "ciertos comportamientos sociales o antisociales". El diputado añadió que quienes ahora se quejan "no caen en la cuenta de que ahora se pinchan bajo un puente, cuando siempre es mejor que lo hagan en una narcosala", ya que en estos lugares se reducen los riesgos para los yonquis y el resto de la sociedad.

El informe estima que en Vizcaya hay unas 500 personas que llevan muchos años enganchadas a la droga y están en grave situación de exclusión social. La cifra, señala el estudio, se basa en datos de la Comisión Ciudadana Antisida y del albergue de Elejabarri, ambas con sede en Bilbao.

El grueso de ellos son "supervivientes" entre quienes se engancharon a la heroína en los años 80. La mayoría son hombres que tienen ahora entre 35 y 40 años, que se drogan desde "hace 15 o 20 años" y cuya "situación sociosanitaria es extremadamente delicada". Pero también hay entre ellos mujeres, sobre todo prostitutas, politoxicómanas y muy deterioradas físicamente, que han salido de prisión.

Ricardo Ansotegui subrayó que "la característica dominante de estas personas no es tanto su condición de drogodependientes como la exclusión social que sufren". Ya señala el estudio que estas personas "no encuentran acomodo en los recursos de intervención que existen ahora".

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La propuesta de este informe de crear las llamadas narcosalas y más centros de cobijo nocturno y diurno coincide con algunas de las recomendaciones de la comisión mixta Dirección de Drogodependencias-Departamento de Sanidad, hechas a petición del Parlamento vasco. El estudio avalado por la Diputación vizcaína propone además que el Consejo Vasco de Atención Sociosanitaria (integrado por el Gobierno vasco, las diputaciones y los ayuntamientos) preste atención específica al ámbito de las drogodependencias. Ansotegui insistió en la necesidad de coordinación entre instituciones y ONGs.

Este informe, titulado Problemática y necesidades del colectivo de drogodependientes en situación de exclusión social en Vizcaya, es el resultado de una proposición no de norma aprobada por las Juntas Generales de Vizcaya en febrero de 2002, al hilo de la controversia generada ante la fuerte oposición vecinal a la apertura de Hontza. El estudio ha sido elaborado por un grupo de investigadores de la Universidad del País Vasco (UPV) dirigido por el sociólogo Imanol Zubero.

Ansotegui definió el estudio como "un buen trabajo". La semana próxima lo presentará ante las Juntas Generales.

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Sobre la firma

Naiara Galarraga Gortázar
Es corresponsal de EL PAÍS en Brasil. Antes fue subjefa de la sección de Internacional, corresponsal de Migraciones, y enviada especial. Trabajó en las redacciones de Madrid, Bilbao y México. En un intervalo de su carrera en el diario, fue corresponsal en Jerusalén para Cuatro/CNN+. Es licenciada y máster en Periodismo (EL PAÍS/UAM).

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