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Reportaje:

Con el nombre del padre

Una mujer logra que dos niños concebidos con esperma de su marido muerto lleven el apellido paterno

Algunas mujeres consiguen pasar dos veces a la historia. Diane Blood es una de ellas. Ayer doblegó al Gobierno británico por segunda vez. La mujer que hace seis años ganó el derecho a concebir a sus hijos con el esperma congelado de su marido, muerto de manera súbita unos años antes, consiguió ayer que el Ejecutivo admitiera ante el Tribunal Supremo que sería contrario a la Convención Europea de Derechos Humanos negarle a esos niños el derecho a llevar el apellido paterno.

Diane Blood, que tiene ahora 36 años, tuvo que ir a Bélgica para llevar a cabo el proceso de fecundación in vitro porque la justicia le había otorgado el derecho a utilizar el esperma de su marido, pero sólo fuera del país. La ley británica prohíbe el uso del esperma de donantes fallecidos si no media una autorización por escrito del futuro padre. A Stephen Blood, el marido de Diane, no le dio tiempo a firmar papeles por una fulminante meningitis que acabó con su vida en 1995.

Pero de él quedó en la tierra el esperma que había preservado por si algún día era necesario. Ese día llegó con su trágica muerte, pero ningún papel testimoniaba su voluntad de que su propio esperma fuera utilizado si él moría. Diane Blood asegura que así lo tenían convenido y pleiteó hasta el final. Un juez autorizó en 1998 el uso del esperma en el extranjero, pero Diane no consiguió entonces el derecho a que sus hijos pudieran utilizar el apellido del padre, considerado a efectos legales un donante anónimo.

Tenaz hasta el final, Diane, que en 1998 parió a Liam y hace siete meses trajo al mundo a Joel, hijos ambos de su padre muerto, ha logrado también que puedan utilizar el apellido paterno. "Es importante que los certificados de nacimiento digan la verdad y no una mentira", declaró ayer la satisfecha madre a las puertas del juzgado en Londres, acompañada de sus hijos.

El representante del Ministerio de Sanidad admitió que negar a esos niños el apellido paterno sería contrario a la Convención Europea de Derechos Humanos. El Gobierno de Tony Blair, que hace ya tiempo había reconocido de manera oficiosa que Diane Blood tiene razón, ha presentado ya una ley en el Parlamento que podría quedar aprobada el próximo día 28. "No es el momento más brillante del ministerio", amonestó el juez al jurista gubernativo.

La entrada en vigor de la nueva ley beneficiará a una cincuentena de familias, estima Blood, que calcula que cada año nacen en el Reino Unido entre 10 y 15 niños en las mismas condiciones que sus hijos. "No soy la única mujer que ha querido tener hijos tras la muerte del marido, pero las mujeres que no han tenido problemas legales son menos conocidas", recordaba hace unos meses en declaraciones a este diario.

Diane Blood, con sus hijos Liam y Joel (en el centro), al abandonar ayer el Supremo británico.
Diane Blood, con sus hijos Liam y Joel (en el centro), al abandonar ayer el Supremo británico.REUTERS

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