Las milicias arrasan la capital de Timor ante la pasividad del Ejército indonesio
La capital de Timor Oriental, Dili, ardía ayer por los cuatro costados
mientras la población trataba de huir desesperadamente del caos que se ha
apoderado del territorio, según los relatos que, a falta de periodistas que
pudieran desplazarse por la ciudad, facilitaban los religiosos que se han
quedado para prestar ayuda a las víctimas de las milicias proindonesias.
Con total impunidad, ante la mirada cómplice de las tropas indonesias -a
pesar de la declaración de la ley marcial en el territorio- y sin reacción
por parte de la comunidad internacional, las milicias parecen haberse
lanzado a la ejecución de una política de tierra quemada. Los testimonios
procedentes de Dili recogen las amenazas de los enemigos de la
independencia, que han prometido arrasar la capital antes de separarla de
Indonesia.