Á. FERNÁNDEZ-SANTOS, ENVIADO ESPECIAL | Berlín
Pasada la ola de cine de relumbrón del comienzo de la Berlinale, desfilan ahora películas más humildes y menos noticiables, pero no peores. Si anteayer la española Isabel Coixet dio en Mi vida sin mí una lección de cine sentimental, ayer el francés Patrice Chéreau trajo un vigoroso ejercicio de realismo oscuro y pesimista, que complementa al magistral sarcasmo de su compatriota Claude Chabrol en La flor del mal.
El actor norteamericano Dustin Hoffman se unió ayer a las manifestaciones pacifistas en el Festival de Berlín. Hoffman se pronunció contra la guerra de Irak y dijo: "Yo no soy antiamericano, pero estoy en contra de este Gobierno". Ante 500 personas, el actor recordó los años de la oposición a la guerra de Vietnam, "algo que no se debe repetir", afirmó.
MIGUEL MORA | Madrid
Acaba de actuar en Boston, Washington y Nueva York y ya ha pasado a la leyenda la noche en que Antonio Banderas entró en su camerino y se puso de rodillas para rendirle pleitesía.