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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El aumento de los sueldos de los diputados brasileños

No es mi deber como diputado del Parlamento Europeo dar consejos a mis colegas brasileños. Sin embargo, me sorprendió el artículo aparecido en la edición del 5 de febrero de EL PAÍS sobre los sueldos de los diputados brasileños y debo decir que el aumento de sus ingresos me pareció exagerado.

Según las cifras mencionadas en ese artículo, un diputado brasileño ganaría tres veces más que un diputado de la Cámara baja del Parlamento alemán o uno del Parlamento Europeo.

No obstante, según mis propias pesquisas y tras consultar con las autoridades brasileñas, las cifras referentes a los sueldos mensuales de los diputados (excluyendo de estos sueldos los costos destinados a sus empleados, gastos de oficina, gastos de hotel, dietas por viajes, etcétera) publicadas en su artículo serían incorrectas.

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La propuesta aprobada por la Cámara de Diputados supone un aumento del salario mensual de 8.280 reales a 12.720 reales (que supone 3.352 euros y no 23.000 euros mensuales), el equivalente al sueldo de los "ministros del Supremo Tribunal Federal" (jueces del Tribunal Supremo Federal). Además de este aumento, se pretenden también aumentar en un 40% los gastos destinados a la contratación de los empleados de los diputados y los gastos de vivienda.

No obstante, entiendo la acalorada reacción de la opinión pública brasileña, ya que después de considerar la media salarial brasileña estos sueldos son muy elevados. Ciertamente, no se debe pasar por alto que Brasil es un país de una gran extensión y, por tanto, de distancias enormes y que los costes para los políticos en las campañas electorales y elecciones son muy altos, sobre todo para aquellos que no disponen de recursos o con recursos limitados.

Pero los políticos latinoamericanos deberían también andar con ojo en lo que a su reputación se refiere, ya que según las encuestas del Latinobarómetro su credibilidad se encuentra a niveles muy bajos.

Este ejemplo muestra uno de los problemas fundamentales del continente latinoamericano, a saber, la acentuada tendencia de las clases dominantes al enriquecimiento personal a costa del Estado.

No se trata sólo de un problema brasileño, sino de uno a nivel continental. Este comportamiento, que devalúa la democracia participativa ante los ojos de los ciudadanos y que hace desaparecer la creencia en la justicia social, no sólo daña la democracia, sino también la imagen de todo el continente. Latinoamérica tiene al fin y al cabo más que un problema de deuda externa.

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