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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Goya, contra la guerra

La ceremonia de entrega de los premios Goya de la Academia de Cine se convirtió el sábado en un alegato contra la guerra de Irak y la posición que mantiene el Gobierno. El mundo del cine se hizo eco del sentir mayoritario de la sociedad española, aun a riesgo de provocar la irritación del Gobierno en un momento en que el sector negocia fuentes de financiación pública que le ayuden a superar su crisis. La ministra del ramo, Pilar del Castillo, ha calificado lo ocurrido como un "grave error", tesis a la que se ha sumado el presidente de los productores de cine, que se ha apresurado a pedir la dimisión de la presidenta de la academia, Marisa Paredes, adelantándose a las dificultades que el hecho pueda crear a las negociaciones en curso.

La cascada de pronunciamientos contra la guerra no sólo constituyó una novedad en la gala que premia cada año a los mejores del cine español. Lo fue sobre todo en la parrilla de RTVE, convertida por efecto de la retransmisión en directo en un altavoz inesperado de críticas a la política del Gobierno.

La acritud gubernamental estuvo ayer de vuelta en la televisión pública con las descalificaciones de los cineastas y las descalificaciones de Aznar contra Zapatero tras su entrevista del domingo. Es normal y positivo que el presidente del Gobierno y el líder del mayor partido de la oposición se reúnan en estos momentos de crisis. Tales reuniones deberían ser habituales, y no excepcionales: la primera en año y medio. Por el relato de ambos es evidente que bajo la apelación al consenso el jefe del Gobierno buscó la mera adhesión del líder de la oposición a su política frente a Irak.

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Es posible que la colaboración con EE UU, según explicó ayer Aznar a la Junta Directiva Nacional del PP, aporte a España "beneficios en la lucha contra ETA". También España está participando plenamente en la persecución del terrorismo global de Al Qaeda. Pero hasta ahora no aparecen motivos que justifiquen una guerra preventiva contra Irak. Las comparaciones con la crisis de 1990-91 olvidan que el consenso interno español sobre la guerra del Golfo se fraguó a partir de la ocupación militar de Kuwait y sobre un consenso internacional y europeo que ahora no se da.

Lo que Aznar pidió a Zapatero fue apoyo a su posición. Y el rechazo del líder socialista le hizo merecedor ayer de duros calificativos de Aznar por su "aislacionismo rancio, oportunismo y ansiedad de poder", o carencia de "sentido del Estado". No es ésta la mejor forma de propiciar el consenso ni de estimular el diálogo con la oposición y demuestra el carácter oportunista de la oferta. Si el Gobierno ha escuchado el mensaje de los Goya, y ha aprendido algo de la soledad política en que quedó la ministra en la Comisión de Asuntos Exteriores del Congreso el pasado viernes, debería rectificar y, por encima de su mayoría absoluta en el Parlamento, escuchar más a la sociedad.

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