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Tres libros recuperan la visión crucial de la España que vivió Gerald Brenan

Se editan sus obras autobiográficas y la biografía 'El castillo interior', de Gathorne-Hardy

Jesús Ruiz Mantilla

Fue próxima y paradójica, luminosa y clarividente, sutil, compleja y cómplice la visión sobre España que legó el talento de Gerald Brenan, escritor, peregrino, aventurero británico, que encontró en Andalucía el refugio de sus huidas. Dejó obras fundamentales como El laberinto español, aparte de piezas maestras en las que relata su vida, que aparecen ahora en dos títulos, Autobiografía y La faz de España, ambos en Península, al tiempo que se presenta la monumental y única biografía que existe sobre Brenan, El castillo interior (El Aleph), de Jonathan Gathorne-Hardy.

La novedad es El castillo interior, una obra ambiciosa, de 912 páginas, que aparece por primera vez en España y que alude a la morada interior de santa Teresa de Jesús, a quién Brenan dedicó un estudio que dejaba claro su gusto por el misticismo. Jonathan Gathorne-Hardy, que ha escrito junto a Fernando Colomo el guión de la película Al sur de Granada -que cuenta sus primeros años en Yegen, un pueblo blanco y entonces remoto de las Alpujarras-, sabe lo que trata. Conoció a Brenan cuando él tenía 22 años y el autor (nacido en Malta en 1894 y muerto en Alhaurín, Málaga, en 1987) pasaba los 60. "Yo era como él. No tenía dinero y quería ser escritor", cuenta.

Pero cuando le propusieron hacer su biografía, tuvo miedo. "Entre otras cosas, porque él había escrito, y muy bien, libros autobiográficos", afirma, "y yo no sabía bien qué más podía aportar". De hecho, estas obras -Una vida propia y Memoria personal, que aparecerán en un único volumen titulado Autobiografía y La faz de España, la historia de su regreso tras la Guerra Civil- se publicarán este mes al tiempo que el trabajo de Gathorne-Hardy, que apareció por primera vez en inglés en 1992.

La experiencia fue grande: "Aprendí mucho de él. Era un placer hablar de todo con alguien brillante, que te hacía disfrutar con sus inabarcables conocimientos sin hacerte sentir estúpido", recuerda el biógrafo. "Me enseñó muchas cosas: su amor por la literatura, el sentimiento de pasión por la vida, su modestia y su ambición no de dinero o fama, sino por mejorar creativamente como poeta, algo en lo que yo creo que no destacó, pero que sí se aprecia de manera formidable en su prosa", asegura. Una prosa que desarrolló de manera espectacular gracias a sus cartas: "El hecho de mantener tanta correspondencia depuró su estilo hasta convertirlo en algo especial", dice el autor de El castillo interior. "Sólo con la pintora Dora Carrington se escribió el equivalente a tres novelas largas".

Infancia perdida

También influyó en Gaythorne-Hardy el gusto por desenmascarar a un personaje paradójico, huidizo y complejo, al que muchos le adscribieron al grupo literario de Bloomsbury y que vivió a gusto en España por ser el jardín de su infancia perdida. "Siempre se sintió inglés, pero adoraba España. Le fascinaba y le exasperaba. Para él fue como una historia amorosa y también un lugar en el que encontró los paisajes de su infancia en Suráfrica, donde vivió con sus padres, ya que venía de una familia militar. En Andalucía encontró esa sensación de calor y sequedad donde crecían las mismas flores que en aquel país y que le hacían volver a los lugares de su felicidad cuando paseaba junto a las cañadas", afirma de alguien que encontraba en el hecho de caminar una mezcla de mortificación y liberación.

También fue un territorio para el amor. "En Yegen, con Juliana, una de sus sirvientas, se liberó de su estricta educación victoriana". Juliana fue un amor físico y salvaje, pero los hubo platónicos, como el que sintió por Dora Carrington; de compromiso, como el que le unió en matrimonio con la americana Gamel Woolsey, y también tardíos: "Estuvo enamorado de una hippy llamada Hetty McGee y de otra Carrington, Joanna", relata Gathorne-Hardy. "Con esta última mujer tuvo una historia íntima en los años cincuenta de la que nunca se supo si llegaron a mantener relaciones sexuales. Aunque yo creo que sí, porque Brenan era un hombre muy decidido en este tipo de asuntos".

Pero, sobre todo, España fue para Brenan un lugar que supo comprender como pocos y explicar como nadie con todas sus convulsiones, su historia violenta y trágica, su decadencia y su autenticidad de paraíso perdido. "Creo que él supo entender España desde una experiencia emocional", afirma Gaythorne-Hardy.

Una experiencia, además, alejada de los claustros universitarios y pegada al pie de la calle, adonde se aferraba a diario tras su reclusión y su estudio constante tanto en los años viente en Yegen, donde se presentó con 2.000 libros cargados a los lomos de unas mulas, como en sus estancias en Málaga: "Era muy receptivo a todo, se podía encerrar a leer en su casa, pero adoraba también sentarse con los sirvientes y las cocineras para que le contaran los cotilleos del pueblo", afirma.

Quizá ese gusto por el contacto con un pueblo cálido le hizo poner reparos a las humedades de sus colegas artistas londinenses: "A él no le gustaban los grupos cerrados, por eso nunca se sintió parte de los de Bloomsbury. Le maravillaban ciertas cosas como la pintura de Carrington o su amistad con Ralph Partridge, pero le molestaba que fueran tan exclusivistas".

Gerald Brenan.
Gerald Brenan.PABLO JULIÁ

Banderas también quiere al escritor

La huella de Gerald Brenan se ha hincado ya en el cine español después de que su personaje de andarín, viajero y amante apasionado apareciera en la película Carrington, del británico Christopher Hampton. Primero ha sido de la mano de Fernando Colomo en Al sur de Granada, que todavía está en cartelera y que cuenta su llegada a las Alpujarras en los años veinte y su historia de amor con Juliana, su sirvienta, con la que tuvo una hija que creció con él. Pero ahora llega Antonio Banderas para inmortalizarle aún más en el que será su segundo largometraje como director, que se titulará Málaga en llamas.

En la barriada de Churriana y en el pueblo de Alhaurín pasó Brenan temporadas largas. Y precisamente ayer, el Ayuntamiento de Málaga anunció que expropiaría la casa de Churriana, donde el escritor vivió junto a su mujer, la poeta estadounidense Gamel Woolsey, en los años treinta hasta que abandonaron el lugar por la Guerra Civil, según informó Efe.

El actor malagueño ha prometido que colaborará en lo que sea necesario para rehabilitar la vivienda y recuperar el estilo original de la casa en la época en que el matrimonio vivió en ella para hacer más creíbles los escenarios de Málaga en llamas, un proyecto que Banderas quiere rodar con equipo y producción españoles.La película está basada en un relato de la esposa de Brenan sobre lo que fueron los tiempos de la guerra en la ciudad, a la que regresaron después de la contienda en los años cincuenta, según describe Brenan en La faz de España, y en la que ambos están enterrados en el cementerio inglés.

El escritor pasó su última etapa en el sur que añoró durante años en una larga estancia en Inglaterra. Murió en Alhaurín en 1987 y donó sus restos a la ciencia, para que los estudiantes de medicina investigaran remedios que él vio padecer en vida. Hace dos años, su cuerpo, conservado en formol, fue enterrado junto al de su esposa.

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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