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Hari Kunzru explora la conflictiva identidad de la minoría asiática en Gran Bretaña

Su primera novela, 'El transformista', lo convierte en uno de los valores literarios británicos

La inclusión de Hari Kunzru en la lista que ha elaborado la prestigiosa revista Granta de jóvenes talentos de la literatura británica, anunciada este mes, no sorprendió a nadie. Su opción estaba cantada prácticamente un año atrás. Las editoriales se enzarzaron entonces en una disputada subasta para alzarse con los derechos de su primera novela, El transformista. Kunzru, londinense de 34 años, indaga a través de su protagonista en los conflictos de identidad de los descendientes de un matrimonio mixto, en su caso, entre un padre indio y una madre británica.

Kunzru había publicado textos periodísticos y literarios de corta extensión; pero con sólo una novela, El transformista, que Alfaguara acaba de publicar en España, ha entrado en el paraíso de jóvenes promesas literarias. Comparte con Zadie Smith, Toby Litt, Ben Rice, Nicola Barker y Andrew O'Hagan, entre los autores publicados en castellano de la presente selección de Granta, un reconocimiento que tres décadas atrás disfrutaron actuales pesos pesados de la literatura británica cuando todavía no eran tales, entre ellos Martin Amis, Julian Barnes, Ian McEwan y Kazuo Ishiguro. "Las listas y premios son aleatorios, y simplemente representan la opinión de tres o cinco personas. Pero fue una gran satisfacción ver mi nombre en la lista Granta", reconoce Hari Kunzru.

Antes de que esto ocurriera, Kunzru había superado el revuelo previo a la publicación de su libro, que generó una enzarzada pelea entre editoriales británicas y extranjeras. Con un contrato estimado en 1,25 millones de libras (unos dos millones de euros) por los derechos de publicación del libro en Europa y Estados Unidos, el joven autor aguardó nervioso el veredicto de la crítica. "La venta del libro se convirtió en un acontecimiento sin relación alguna con la calidad de la obra. Me sentí inseguro, consciente de que tanta histeria podría jugar en mi contra. He visto a muchos autores tocados fatalmente por situaciones similares. Pero la gente se portó razonablemente bien con el mío, así que por fin pude relajarme y centrarme en mi segunda novela, que estoy escibiendo ahora", comentaba hace dos días en Londres.

Granta labró su reputación como descubridora de nuevos talentos con su selección de 1983, la primera emprendida por esta revista nacida en la Universidad de Cambridge en los años setenta. "Fue una selección muy precisa y clarividente. Pero los seleccionadores tuvieron suerte, porque se encontraron con un núcleo de autores muy establecidos. Para entonces, Salman Rushdie había ganado el Premio Booker y la mayoría de los seleccionados llevaba años publicando buenos trabajos. Habrá que ver si han acertado en esta ocasión", advierte Kunzru. "Hay pocos autores establecidos en la lista de este año, salvo quizá A. L. Kennedy, que también se incluía en la de 1993. Granta se la juega esta vez", añade.

Kunzru se siente próximo a Zadie Smith, la gran revelación con su debú Dientes blancos. Ambos representan a la segunda generación de inmigrantes británicos producto de matrimonios mixtos. Y ambos tratan de resolver en sus respectivas obras las cuestiones de identidad de los outsiders (excluidos), con sus inevitables confictos de pertenencia a uno u otro grupo social. "La comunidad asiática es hoy culturalmente mucho más visible. Las puertas comienzan a abrirse a los hijos de inmigrantes y no pueden tratarnos ya de outsiders. De niño no podía identificarme con ninguna personalidad de la televisión, la política o el deporte. Ahora, en cambio, sí", explica.

La situación mejora, pero Kunzru aún siente el veneno del racismo. "Es un racismo estructural e institucional. ¿Por qué no hay futbolistas asiáticos? ¿Por qué no surgen nadadores negros? Hay que hurgar en la superficie para descubrir las causas".

En El transformista, su autor se traslada al corazón del Imperio Británico en India y viaja con su protagonista, un joven mestizo deshonrado por su familia y su entorno, hasta la metrópoli y finalmente a África. Cambiará de identidad intentando construir una personalidad propia. Inicia la búsqueda con nombre y apellido para perderlos al final del recorrido. "Me enfrento a cuestiones que tienen que ver con la historia. Mi madre es blanca, mi padre indio. ¿Dónde me sitúo con relación al pasado imperial de Gran Bretaña? ¿Admiro u odio a Winston Churchill? Se nos pregunta constantemente en qué bando estamos, y todavía se nos exige que tomemos partido. Quizá no queremos pertenecer a ningún bando, sino al propio de uno mismo. Estas cuestiones de ambivalencia, lealtad y alianza están presentes en la novela".

Quizá por ello el transformista de Kunzru descubre cierto vacío al tocar fondo en su ejercicio de introspección. Sin una ética a la que adherirse y de moralidad ambigua, penetra en áreas problématicas sobre el bien y el mal, la bondad y lo diabólico. "La moralidad es una actividad de grupo", dice el autor, "un acuerdo sobre un conjunto de criterios que cambian con el tiempo. Me interesaba tener un personaje neutral, amoral, que cuanto más profundiza internamente nada encuentra en el fondo. Yo no creo en la literatura de ficción que construye la esencia de una personalidad como el resultado inevitable de la introspección. Hoy en día nos deberíamos plantear cuánto hay de real en esta romántica idea sobre el carácter de una persona y cuánto es producto de la tradición. Admiramos a la gente de principios, pero la realidad muestra que la mayoría optamos por el pragmatismo".

El escritor británico Hari Kunzru.
El escritor británico Hari Kunzru.BEN MURPHY

Una selección ecléctica

Un grupo ecléctico de 20 autores, formados en su mayoría en las universidades de élite británicas, Oxford y Cambridge particularmente, y con cursos especializados en narrativa, conforma la lista de futuras promesas literarias de la revista Granta.Seleccionados entre 150 candidatos, de nacionalidad británica y menores de 40 años, tienen ante sí la tarea de desplazar a la cumbre de novelistas surgidos en el Reino Unido en los años setenta. Esta vieja generación de autores -Martin Amis, Ian McEwan, Salman Rushdie y Graham Swift, entre ellos- sigue dominando el panorama novelístico del Reino Unido.Grantaapostó por ellos en 1983 y todavía vive de los frutos de su acierto. Autores desconocidos en esta nueva lista, como Monica Ali y Adam Thirwell, que aún no han publicado su primera novela, están saboreando la fama por aparecer en la lista Granta, publicación mensual con una tirada en torno a las 70.000 copias. Pero Grantano siempre ha acertado en su selección. Adam Lively no ha publicado una novela desde que Sing the body electricle diera la llave de la lista de 1993. Y en su conjunto, los jóvenes talentos de 10 años atrás -Iain Banks, Louis de Berniéres, Jeanette Winterson, Hanif Hureishi, Ben Okri o Esther Freud, entre ellos- siguen escribiendo sin ocupar posiciones de vanguardia.El último año ha resultado particularmente frustrante para la literatura británica. El canadiense Yann Martel ganó el premio Booker con La vida de Pi,la estadounidense Anne Patchett cosechó el galardón Orange con Bel Canto,y sus compatriotas Jonathan Franzen y Alice Sebold dominaron los titulares de prensa con sus respectivos trabajos,Las correcciones y The lovely bones.A la nueva generaciónGrantacorresponde tornar la balanza, según confía su director Ian Jack. De los seleccionados, han publicado en España Nicola Barker (en Muchnick), Hari Kunz-ru (en Alfaguara), Toby Litt y Robert McLiam Wilson (ambos en Tusquets), Andrew O'Hagan (en Alba y Debate), Ben Rice (en Planeta) y Zadie Smith (en Salamandra y La Magrana).

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