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Expertos abogan por reforzar el plan de heroína con programas sociales

Inciden en atender todos los problemas de los drogodependientes

La puesta en marcha de programas de prescripción de heroína ha de completarse con planes de apoyo psicológico y social a los consumidores, pues, si no, se estaría atendiendo su dependencia, pero no el resto de problemas que padecen. Enrique Ilundain y Josep Rovira subrayan la importancia de este esquema, y lo hacen con el bagaje de llevar años asistiendo a drogodependientes desde la ONG barcelonesa ABD.

Ilundain y Rovira han participado esta semana en San Sebastián en el simposio Políticas de reducción de riesgos: Retos y futuro, organizado por el Instituto Vasco de Criminología y la Dirección de Drogodependencias del Gobierno. A la hora de mirar al futuro, una de las discusiones de actualidad gira en torno a la eficacia del plan de prescripción de heroína. Un programa que funciona en países como Holanda o Suiza y que en España se estrenará en breve en Andalucía de manera experimental, mientras Euskadi y Cataluña estudian su implantación.

El enfermero y antropólogo Enrique Ilundain atiende a drogodependientes en el barrio de Can Tunis, en la periferia de Barcelona, y sabe que "la gente que tiene problemas con las drogas tiene muchos otros problemas". El suministro controlado de heroína le parece pues "razonable", pero subraya que este programa ha de completarse, para ser eficaz, con planes de integración social que contemplen materias como la vivienda y el empleo, sin olvidar la capacidad de relación y la autoestima de los drogadictos. Y pone como ejemplo la experiencia de Suiza. El buen funcionamiento de sus programas de heroína se debe a que "no simplemente dan heroína, sino que tienen unas estructuras de asistencia social que consiguen resolver los problemas sociales" que tienen las personas que acuden a ellos, asegura.

'Narcosalas'

Ilundain defiende la instalación de narcosalas y recuerda la que montó hace un tiempo con otros compañeros en un autobús "sin sostén" del Ayuntamiento de Barcelona. La pusieron en funcionamiento por una cuestión de "conciencia ética", pues consideraban que no tenía sentido impartir consejos higiénico-sanitarios a los drogodependientes para mejorar sus hábitos de consumo si, al mismo tiempo, no les facilitaban los medios para hacerlo.

En este sentido, critica el "politiqueo" que rodea y condiciona muchas veces la puesta en marcha de dispositivos de atención a los consumidores de droga. Una idea que comparte Josep Rovira, coordinador de Energy Control, un programa impulsado por ABD que se desarrolla en Barcelona, Madrid, Valencia y Mallorca y está dirigido a prevenir el consumo de drogas en espacios de ocio, donde predominan las denominadas drogas de diseño.

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El programa echó a andar como fuente de información, pero desde hace un par de años da también la posibilidad a los consumidores de analizar las drogas que van a tomar. "Desde entonces ha cambiado mucho la relación con los consumidores, pues escuchan nuestras opiniones sobre de qué manera podrían enfocar su consumo para reducir riesgos", explica Rovira en defensa de lo que se conoce como testing.

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