"Nada envejece tan rápidamente como un futuro imaginado"

Autor de la legendaria Neuromante, la novela que acuñó el término ciberespacio, y del relato Johnny Mnemonic, en el que se basó la película del mismo nombre, el escritor de ciencia ficción William Gibson (Conway, Estados Unidos, 1948) es una de las personas que han contribuido a configurar el imaginario contemporáneo influyendo, más allá de la literatura, en el cine, la moda o la terminología informática. No obstante, pese a lo que se parece el mundo actual al que él describió -incluidas consolas, drogas de diseño y cirugía opcional-, el escritor niega a la ciencia ficción el papel de prever el futuro, y le molesta que le vean como un cibergurú. "No soy un profeta. Yo no predigo el futuro, me doy cuenta de lo que hay alrededor y junto las piezas", afirma. "La ciencia ficción no consiste en predecir, sino en observar y plasmar lo extraño que es el presente. El mundo es infinitamente parecido a la ciencia ficción".

Muchos de los lectores de Gibson han reconocido la huella del escritor en la película Matrix -un término que él usó en sus novelas-. "Bueno, hay similitudes entre Neuromante y Matrix, pero no creo que sea una apropiación, sino influencias. La ciencia ficción es un cúmulo de ideas compartidas. Me gustó Matrix, y espero con ganas la continuación". En cambio, no está muy satisfecho de las adaptaciones de sus historias a la pantalla.

William Gibson cree que "nada envejece más deprisa que un futuro imaginado". Y así, hoy ríe al señalar cómo en Neuromante, pese a todo lo que avanzó, los personajes no usan móviles, sino que llaman desde cabinas telefónicas. "No imaginé que las cosas serían exactamente como son, que desaparecería la URSS o que se iría tan rápidamente en decodificar el genoma humano", reflexiona.

Gibson, que aborrece la etiqueta ciberpunk, dio a luz Neuromante (1984) con máquina de escribir (una de las grandes paradojas de la ciencia ficción), y se mantuvo luego mucho tiempo ajeno a Internet, pero hoy es un usuario activo. Fue navegando en la red donde vio las primeras imágenes del 11-S. "Vi un avión atravesando una torre, luego el otro; me pregunté qué había pasado y encendí la televisión. No sabía quién había sido, pero supe inmediatamente que lo peor de Estados Unidos afloraría de esas torres que se derrumbaban".

La nueva novela de Gibson, Pattern recognition, que aparecerá en EE UU en febrero (en España la editará Minotauro, como todas las anteriores), es la primera suya que transcurre en la actualidad, y tiene conexión con los ataques terroristas del 11-S. "La protagonista es una chica que vive en Nueva York y que es empleada como conejillo de Indias por las empresas porque tiene alergia a ciertas marcas; estaba escribiendo cuando sucedieron los ataques y tuve que modificarlo todo. Fue difícil imaginar cómo iba a cambiar el mundo después de aquello, hacer un escenario verosímil; me hizo falta toda la experiencia como escritor de ciencia ficción para describir el presente actual".

Gibson se sorprende de lo que ha cambiado el mundo desde que escribió Neuromante. "No imaginábamos la importancia que iba a tener la informática. Conocía a gente que trabajaba en eso y casi nadie tenía un PC. Las cosas cambian tan rápidamente que no nos damos cuenta. Fui el primero en prefigurar Internet en un contexto de ciencia ficción, pero había muchas sugerencias en el aire".

A juicio de Gibson, en el futuro aún se verá mejor la importancia de Internet, cuyo nacimiento ha comparado, por su trascendencia, con el de las ciudades. Del aspecto oscuro de las nuevas tecnologías que aparece en sus novelas, dice que cuando nos acostumbramos a ellas se vuelven banales, pero que en todo caso no cree que haya nada intrínsecamente siniestro en ellas. "Son más bien neutrales en términos morales; depende de su uso".