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Reportaje:APUNTES

Una red de biomedicina en Valencia

Ocho centros y grupos de investigación de la Politécnia se unen para optimizar la investigación

El carácter internacional e interdisciplinar de la investigación científica y tecnológica ha ido imponiéndose a lo largo de los últimos cuarenta años. La imagen del genio solitario en su laboratorio ha quedado obsoleta. Cada día, la innovación tecnológica reclama inversiones mayores y esfuerzos que, en muchas ocasiones, sólo un grupo interdisciplinar puede abordar. Por si fuera poco, los recursos económicos destinados a la investigación son, como siempre, escasos, así es que no queda más remedio que asociarse. No ya en los tradicionales grupos de investigación, la moda es asociarse en red y viene de Europa.

En la Comunidad Valenciana ha surgido una iniciativa en el ámbito de la biomedicina que obedece a esta filosofía: el CRIB, Centro en Red en Ingeniería Biomédica de la Universidad Politécnica de Valencia (UPV), formado por ocho centros y grupos, y un total de 140 investigadores. 'En los últimos 20 años han ido surgiendo grupos de investigación en Valencia que trabajan desde distintas áreas en ingeniería biomédica, una disciplina que aplica los principios y métodos de la ingeniería a la resolución de problemas en medicina. El centro en red surge como una iniciativa del Instituto de Biomecánica de Valencia (IBV) de agrupar los de la Universidad Politécnica de Valencia', explica Pedro Vera, director del IBV y actual coordinador del centro en red.

Los ocho grupos, que se turnan en la dirección del CRIB, están en un proceso de conocimiento recíproco y sus colaboraciones son todavía escasas -el centro se formalizó como tal en julio del año pasado-. Ya cuentan con un gestor, Andrés Alba, que alivia a los investigadores de los asuntos burocráticos, pero pasarán dos o tres años hasta que las piezas estén engranadas. 'Un centro en red tiene como objetivo perdurar en el tiempo, compartir las estructuras, aprovechar mejor los recursos y las relaciones, y conseguir que sus grupos se complementen. Todos ellos son conscientes de que el CRIB es una apuesta para ordenar la oferta de investigación de biomedicina de manera eficiente', afirma Vera.

El VI Programa Marco de la Comisión Europea apuesta por las redes de excelencia de grupos de investigación que en un futuro traspasen las fronteras nacionales. 'La tecnología sanitaria representa el 10% del gasto sanitario global de España. Hay una preocupación a nivel europeo por la dependencia tecnológica que tenemos de otros países. Además, ya nadie duda de que el acercamiento interdisplinar a la investigación es básico. Cuando se supera la barrera de la propia disciplina, la riqueza de los planteamientos y posibilidades es enorme', explica Pedro Vera.

La estructura del CRIB está formada, además, por un consejo responsable de su orientación y seguimiento, una de las novedades y de las ventajas más importantes del centro en red. Y es que el consejo del CRIB lo forma el propio entorno, los agentes económicos y sociales, desde las dos principales universidades de Valencia, la Politécnica y la Universitat de València; instituciones relacionadas con el ámbito socio-sanitario - la Consejeria de Sanidad y la de Bienestar social, y la Oficina de Ciencia y Tecnología del Gobierno valenciano-, hasta el colectivo que aplicará los desarrollos del CRIB: la Facultad de Medicina, el Colegio de Médicos, la Escuela de Fisioterapia de Valencia y la Sociedad Española de Directores de Hospitales. Además de mejorar su relación con la Administración, el CRIB tiene la vocación de hacer llegar la tecnología al ciudadano, de ahí que también formen parte de su consejo las empresas de implantes y ortopedia agrupadas en sus asociaciones (FENIN y AVEO), que llevarán los desarrollos al mercado; y los propios usuarios, representados por el Comité Español de Representantes de Minusválidos, que expresarán sus necesidades.

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Los desarrollos tecnológicos del CRIB trascienden el ámbito curativo para abarcar el socio-sanitario, de manera que la tecnología aporte soluciones a las personas que tienen limitaciones funcionales. Además de formar profesionales técnicos y sociosanitarios y contribuir a dar a conocer sus productos, el CRIB evalúa la tecnología que sale de sus laboratorios. 'Evaluamos la prestación-precio de un desarrollo, pero no sólo en el momento de compra. Lo que evaluamos es el beneficio a lo largo del proceso, es decir, si como resultado de esa compra, el gasto sanitario se reduce', explica Vera.

Un ejemplo de este ahorro lo encontramos en los sistemas de telemedicina destinados al ciudadano en el hogar, del grupo de Bioingeniería, Electrónica y Telemedicina (BET). En el BET han desarrollado un programa de rehabilitación de la voz que permite a la persona aprender a hablar a través de Internet con la ayuda de un logopeda sin moverse de su casa. 'El resultado es la comodidad de los pacientes, que no tienen que trasladarse de Castellón a Valencia para la rehabilitación, y el ahorro que hacen los hospitales en ambulancias', explica el investigador Vicente Traver. Los desarrollos del BET demuestran como, con tecnología muy simple, se pueden idear sistemas que no sólo ayudan al enfermo, sino que descongestionan las salas de espera de los hospitales y ahorran dinero al sistema sanitario.

Otros centros y grupos del CRIB, además del IBV y el BET, son el Centro de Biomateriales, que, entre otras cosas, diseña soportes artificiales donde puedan anclarse las células óseas, destinados a prótesis; el de Redes y Computación de Altas Prestaciones, que ya está validando en el Hospital Malvarrosa y en el de La Ribera un programa informático potentísimo de diagnóstico; el de Inmunología; el Laboratorio de Imagen Médica Computerizada; y el Grupo de Biolectrónica, y el de Investigación de Ingeniería Físico-Médica de las Radiaciones Ionizantes.

Existen otras redes en España, que pueden en el futuro trascender el ámbito autonómico. El CRIB está en contacto con el Centre de Recerca i Engenyeria Biomèdica (CREB) de la Universidad Politécnica de Cataluña, y con las universidades politécnicas de Madrid, Zaragoza y Sevilla, que quizás con el tiempo formen el germen de una red nacional y europea.

La realidad a lo grande

En el Laboratorio de Imagen Médica Computerizada (MedICLab) de la Universidad Politécnica de Valencia, perteneciente al Centro en Red en Ingeniería Biomédica (CRIB), están desarrollando un prototipo en el que se mezcla lo real y lo virtual, y que ayudará a los cirujanos en las operaciones. Superponiendo una tomografía o una resonancia magnética con la imagen que ve una cámara estereoscópica de la zona que se va a operar, el cirujano puede operar mirando a través de un microscópio óptico digital. Las dos ópticas de la cámara se convierten en los ojos del cirujano que ve en profundidad, como lo hace la visión humana, lo que en el argot llaman la realidad aumentada. Los ojos de la cámara siguen en el modelo experimental el movimiento de un punzón, que durante la operación será el bisturí del médico. Para reproducir esta realidad el médico puede utilizar un vídeo, lo que le resulta por lo general engorroso, o unas futuristas gafas de realidad virtual. El propósito del prototipo desarrollado por los investigadores del MedICLab es sustituir el microscopio óptico tradicional por uno digital. Mari Carmen Juan y Hugo Varvaró son dos de los cinco miembros del equipo que desarrolla este prototipo. 'Los primeros ensayos clínicos los están realizando cirujanos expertos en diferentes hospitales los que colaboran con nuestro grupo de investigación', explican.

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