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La endoscopia nasal, nueva técnica para extirpar tumores de la hipófisis

El procedimiento es menos invasivo y reduce el riesgo de recaídas

Aproximadamente el 10% de los cánceres de cerebro aparecen en la hipófisis. Esta pequeña glándula tiene el tamaño de un garbanzo que cuelga de la base del cerebro, delante de la médula espinal. Produce hormonas fundamentales (la prolactina que estimula la producción de leche en las lactantes, la hormona del crecimiento, el cortisol), y está muy protegida dentro del cráneo: tiene un cobijo especial detrás de la nariz en un hueco óseo llamado silla turca.

Acceder a ella sin dejar secuelas es un reto para los neurocirujanos, que han encontrado en la endoscopia intranasal (una técnica que se empezó a usar en 1998) una herramienta cómoda para extirpar los cánceres de hipófisis con menor riesgo para el paciente. Uno de los pioneros en el uso de esta técnica en España es Carlos Ruiz Ocaña, jefe de neurocirugía del Hospital Ruber Internacional en Madrid. 'El peligro de los tumores de hipófisis es que la glándula está muy cerca de la vía de paso de los nervios ópticos. Cuando la glándula crece, oprime los nervios, y puede producir ceguera', explica.

Ruiz Ocaña ha intervenido ya a una docena de pacientes en los últimos seis meses por este sistema. Para acceder a la hipófisis basta con una pequeña perforación del hueso en el fondo de la nariz, explica. La operación se efectúa con anestesia total, pero a las 24 horas el paciente está en su casa, lo que ahorra molestias al enfermo y gastos al hospital.

En la década de 1960, para operar la glándula había, literalmente, que abrir la cabeza. 'Se operaba desde el frontal [por encima de los ojos], y desde ahí se bajaba hasta la hipófisis, con lo que había muchos riesgos de complicaciones que afectaban directamente al cerebro', describe Ruiz Ocaña. Además, la convalencencia era larga (más de una semana).

Más tarde se cambió la vía de acceso a la hipófisis. En vez de entrar desde la parte superior de la cabeza, se buscó un camino frontal. A mediados de la década de 1970 se ensayó el abordaje transnasal. Para ello había que romper el hueso por encima de las encías, y desde ahí, pasando por el seno esfenoidal, se llegaba a la hipófisis.

'La técnica tenía muchas ventajas', indica el neurocirujano. 'Evitaba tocar el cerebro, ya que se tenía una visión directa de la zona que se iba a operar mediante un microscopio', aclara. Con este nuevo sistema mejoraba la calidad de vida del paciente, que podía ir a casa a los tres o cuatro días.

Pero también había inconvenientes. 'Algunos pacientes se quejaban después de dolores permanentes en las encías y en los dientes, donde se había roto el hueso para llegar hasta la hipófisis', explica Ruiz Ocaña. Además, la visión del cirujano estaba limitada al campo del microscopio, y tenía que ayudarse de rayos X.

El nuevo sistema de acceso endoscópico tiene una gran ventaja, según el neurocijano. 'Al poderse extirpar con más precisión el tejido tumoral se evitan las recidivas del tumor [reactivaciones]', afirma. Además, en la mayoría de los casos no hace falta completar el tratamiento con radioterapia, porque se tiene la seguridad de que se han eliminado todas las células cancerosas. Con los otros sistemas, en el 90% de los casos se producía reactivación tumoral al cabo del tiempo. Con el procedimiento de la endoscopia nasal, de momento no se ha observado ninguna recidiva, aunque Ruiz Ocaña se muestra cauto. 'La técnica es muy nueva y no hay datos a largo plazo. Pero la teoría nos invita a ser optimistas', matiza.

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