Intrigada
Me han educado para que sepa que la curiosidad mata, que no debo meterme donde no me llaman y que cada loco con su tema. Pero, a riesgo de defraudar a mi padre, que durante 20 años ha puesto todo y más de su parte para que su hija, yo misma, no saliera una cotilla malasangre, he de confesar que estoy intrigadísima. Me cuesta conciliar el sueño, me hablan y no presto atención, de pura curiosidad por saber qué documentos le habrán robado a Pedro Arriola, asesor de Aznar -y de Telefónica-.
En mi casa siempre ha habido muchos libros y algunos de ellos me los he leído. A todos ellos culpo de mi imaginación
desbordada. Porque, aunque Interior me haya dicho que el material robado es 'poco relevante', no me fío. ¿Acaso una lista con los candidatos a la sucesión de Aznar es irrelevante? Imagino un informe como aquellos que encontraron en un contenedor de basura con los currículos comentados de personas que querían trabajar en los supermercados Sánchez Romero, pero con mordaces ataques a los bajos del pantalón de Rato -demasiado cortos para ser presidente- o el sospechoso moreno perenne de Javier Arenas -¿solárium?-.
Imagino cartas de gratitud entre Aznar y Villalonga... Y me muero de la intriga.
