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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Un consenso necesario

Los grupos parlamentarios del Congreso de los Diputados hicieron el martes un ejercicio de responsabilidad al convertir una moción presentada por Izquierda Unida en un acuerdo para elaborar por consenso y de forma unitaria un proyecto de ley que aborde, desde un enfoque integral y pluridisciplinar, el problema de la violencia doméstica. Hay que felicitarse por el acuerdo, dada la trascendencia de la materia que pretende regular, y felicitar también a sus valedores, que han sabido renunciar a protagonismos y postulados propios en aras a la confluencia con los demás grupos políticos en una cuestión que merece ser tratada lejos de todo partidismo reduccionista.

De haber rechazado la moción de Izquierda Unidad, que propugnaba un acuerdo de Estado contra la violencia doméstica, el PP corría el riesgo de quedar de nuevo en solitario frente a todos los demás grupos parlamentarios, como ya ocurrió hace unos días al rechazar un proyecto de ley integral contra la violencia doméstica presentado por el PSOE, con lo que su imagen hubiera quedado de nuevo dañada en una cuestión que despierta gran sensibilidad en la opinión pública. Pero esta vez ha sabido sortear el peligro y responder positivamente a las demandas de consenso ante lo que se ha convertido en un problema que es necesario atajar: el de la violencia doméstica contra las mujeres.

La naturaleza del acuerdo adoptado permite concluir que va mucho más allá del mero interés táctico, que, aunque legítimo, podría comprometer su viabilidad política. El hecho de que se haya acordado crear una subcomisión parlamentaria que prepare el texto legal para proteger a las mujeres maltratadas o amenazadas por sus parejas y que se haya establecido un plazo de cuatro meses para presentar el proyecto, que debe incluir medidas ejecutivas muy concretas, indica un compromiso serio.

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Los grupos políticos se comprometieron además a consultar durante el proceso de elaboración de la ley a diferentes sectores sociales concernidos. Hay en este asunto un considerable bagaje acumulado, especialmente por parte de asociaciones de mujeres, que debe ser útil para los legisladores. Sería bueno, por otra parte, que en aras a la eficacia y dada la premura de tiempo, se tuviera en cuenta como punto de partida el importante trabajo parlamentario ya realizado, y especialmente el proyecto de ley elaborado por el grupo socialista y rechazado por motivos partidistas.

El paso dado el martes en el Congreso de los Diputados puede marcar un antes y un después en el problema de la violencia doméstica. De la calidad del trabajo que haga la subcomisión depende la vida de muchas mujeres.

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