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Reportaje:

Un cumpleaños sin regalos

La polémica del libro de Gimeno pone el final al 750 aniversario de Castellón

María Fabra

La conmemoración del 750 aniversario de la fundación de Castellón ha acabado tan sonora como empezó. Si entonces, hace ahora un año, se disparó una mascletà con más de mil kilos de pólvora que hizo temblar a media ciudad, ahora, ha sido su mayor representante, el alcalde, el que ha removido unos cimientos que parecían consolidados. El principio y el fin de la celebración han tenido, eso sí, proyección más allá de las fronteras autonómicas. El del inicio, porque el disparo fue diseñado para entrar en el libro Guiness de los récords. El del final, porque José Luis Gimeno, el alcalde de los últimos diez años en Castellón, ha escrito un libro en el que habla de Franco como un hombre 'íntegro, honrado y español hasta la médula' que 'entregó su vida al servicio de España' y de Azaña como un hombre 'que condujo inexorablemente a la guerra civil' y responsable de 'los muchos crímenes que se realizaron bajo su mandato'.

En la comisión creada para las celebraciones, además de miembros de los tres grupos con representación municipal (PP, PSPV y Bloc) en Castellón, han participado representantes de asociaciones culturales, fundaciones, entidades festivas y la Iglesia católica. Se dejó fuera a la Universidad Jaume I porque, según el PP, ya se la tendría en cuenta para la programación de algún acto, cosa que nunca ocurrió.

Al final, las celebraciones han sido, principalmente, folclóricas. Y la cultura ha formado parte de ellas a través de la música, el baile, incluso la escultura. También ha habido conferencias y distinciones. Incluso el jurado de los premios Jaume I, con una docena de premios Nobel, se reunió en Castellón, pese a que la Generalitat no accedió a que la entrega fuera en la ciudad.

El representante del PSOE en la comisión, Miguel Alcalde, cree que 'Castellón ha perdido una oportunidad de proyección'. A su entender, 'como no había objetivos iniciales, se ha ido dando palos de ciego'. El del Bloc, Antoni Porcar, opina que se ha dejado pasar una oportunidad para 'hacer una revisión' histórica y 'fijar un plan estratégico para el futuro'. Los signos que quedarán son una partitura con la marcha de la ciudad y unos libros. Quizá siga adelante la idea de encargar una escultura. De lo contrario, Castellón habrá cumplido años, pero sin regalos.

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