_
_
_
_
_
Reportaje:

Ministro por fuera, 'verde' por dentro

Los ecologistas aprovechan en la campaña electoral el tirón de Joschka Fischer, el político más valorado de Alemania

Lola Huete Machado

En la sede de Los Verdes en Berlín cuelga un cartel: 'Joschka, ministro por fuera, 'verde' por dentro'. En la fotografía aparece el rostro arrugado de un Joschka Fischer, de 54 años, entre risueño y fastidiado. Hay imágenes por toda la calle sobre el buen resultado de lo verde, el futuro verde, la solidaridad verde y el mundo verde. Pero es esa frase en el cartel la que encierra el presente y el futuro del partido de los ecologistas alemanes.

Alianza 90/Los Verdes gobierna en coalición con los socialdemócratas del SPD desde 1998, con tres ministros: Fischer, en Exteriores; Renate Künast, en Consumo, y Jürgen Trittin, en Medio Ambiente. Y ahora se les abre un enigma: ¿seguirá siendo Fischer 'verde' por dentro si deja de ser ministro por fuera? ¿Seguirán Los Verdes siéndolo si no están en el Gobierno tras las elecciones del 22 de septiembre o se perderán en sus propias discusiones internas?

Las elecciones del 22 de septiembre deciden el futuro político de la generación de1 68
Más información
Los Verdes no logran ningún nuevo ministerio en el Gobierno de Schröder

Deciden 69 millones de votantes. Y lo harán si apoyan mucho al SPD de Schröder y lo suficiente a los ecologistas. Para entrar en el Parlamento alemán se necesita un 5% de los votos. Las encuestas de estos días pronostican un 6% para Los Verdes.

Fischer no tiene duda. 'La rojiverde es la mejor opción', dice ante el autobús que le llevará durante seis semanas por un centenar de lugares y 17.000 kilómetros. '¿Hace campaña por Schröder?', le preguntan. 'El pacto rojiverde debe continuar. Hay muchas cosas en el tintero', contesta él. 'Buscamos el 8% de los votos como mínimo', añade.

Únete a EL PAÍS para seguir toda la actualidad y leer sin límites.
Suscríbete

Fischer es el político mejor valorado. Al 74% de los alemanes les gustaría como canciller, frente al 64% de Schröder y el 52% de Edmund Stoiber, el candidato democristiano (CDU/CSU).

Lo que sucede al salir Fischer de gira es un ejemplo de lo que se avecina. Fischer aparece, se detiene, la multitud corre hacia él. Ya le rodean tres gigantes. El votante se acerca a mirar al ministro, pero su espalda es la mejor guardada de toda la campaña. El líder 'verde' tiene previsto ponerse las deportivas y correr en 32 ocasiones junto con simpatizantes, tras previa inscripción y comprobación de datos.

'Nuestro programa tiene ocho puntos, algunos ya iniciados y otros por hacer', afirma Renate Künast, la eficiente ministra de Consumo. 'Apoyo a las energías limpias, alimentos sanos y protección del consumidor, más trabajo y en mejores condiciones, refuerzo de las políticas infantil y familiar, el 50% del poder para las mujeres, una globalización justa o que Alemania vuelva a ser tierra de inmigrantes, son algunas de nuestras propuestas', suelta de un tirón.

Künast, Trittin, la presidenta del partido, Claudia Roth, todos cuentan en esta batalla electoral, pero Los Verdes depositan sus esperanzas en el ministro de Exteriores. Uno de sus lemas viene a decir: 'Puede que no te gustemos, pero piensa que es Fischer'. Ningún político alemán, salvo Schröder, es tan famoso en el mundo. Ninguno tan discutido en su propia casa. Dicen que es arrogante, egocéntrico y que utiliza el partido para sus intereses. Para otros, es el centro de las cosas. Discusiones. Así ha sido casi siempre, desde que Los Verdes llegaron al Parlamento en 1983.

El partido se alimentaba de pacifistas, ecologistas, universitarios, niños bien y proletarios cansados de la agitación callejera de los setenta, como Fischer. Siempre ha sido un problema para Los Verdes la teoría y la práctica; la utopía y el medio para llegar a ella. Este dilema ha generado más discusiones que días tienen de existencia. ¿Cómo conjugar las bases con la política real? Las peleas entre realistas y fundamentalistas han sido un espectáculo en la política alemana. Y les costaron las elecciones de 1990. Fischer es realista. La mayoría de los fundamentalistas se han ido.

Los Verdes se han apuntado éxitos en sus cuatro años de coalición con el SPD: abandono de la energía atómica, mejora en leyes de consumo y protección de los animales, ley de inmigración. Ahora hacen campaña como una piña alrededor de su líder. Así lo decidió en noviembre el congreso del partido en Rostock.

A pesar de haber movilizado al Ejército alemán por vez primera desde la II Guerra Mundial, a pesar de haber llevado soldados a Kosovo y Afganistán echando por tierra principios pacifistas. A pesar de todo eso, Fischer salió reforzado. Muchos 'verdes' ya no son aquellos revolucionarios. Algunos se acercan a los 60 años.

Cuando en julio concluyeron las sesiones del Parlamento se jubiló Helmut Kohl, canciller antes de Schröder. Con él lo hacía una generación. Los dinosaurios políticos ya no son los de siempre. Ahora son los de la generación del 68. En las elecciones del 22 de septiembre se decide su futuro.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Lola Huete Machado
Jefa de Sección de Planeta Futuro/EL PAÍS, la sección sobre desarrollo humano, pobreza y desigualdad creada en 2014. Reportera del diario desde 1993, desarrolló su carrera en Tentaciones y El País Semanal, con foco siempre en temas sociales. En 2011 funda su blog África no es un país. Fue profesora de reportajes del Máster de Periodismo UAM/El País

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_