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Irak insiste en que los inspectores de la ONU son espías

EE UU afirma contar con el apoyo de los países árabes para atacar a Sadam Husein

Enric González

Irak sigue considerando que los inspectores de armamento de la ONU son espías al servicio de EE UU. El ministro iraquí de Exteriores, Naji Sabri, afirmó ayer que el jefe de la inspección, Hans Blix, había 'cedido al chantaje' estadounidense y estaba dispuesto a asumir tareas de espionaje. El pasado fin de semana, sin embargo, Blix fue invitado a Irak por el Gobierno iraquí para negociar la reanudación de las inspecciones sobre su arsenal.

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Las intenciones de la diplomacia iraquí no están claras. El jefe de la inspección, el sueco Hans Blix, recibió la oferta de trasladarse a Bagdad en una carta remitida por Sabri al secretario general de la ONU, Kofi Annan, en la que se especificaba que ello abriría la oportunidad de negociar las condiciones para que los expertos en armamento regresaran a territorio iraquí, después de la interrupción de las inspecciones en diciembre de 1998.

Annan respondió que Blix podría viajar, siempre y cuando el Gobierno de Bagdad asumiera que no había negociación posible: las condiciones fueron establecidas por el Consejo de Seguridad en una resolución de 1999, y en ellas se concedían plenos poderes al equipo de inspectores. Irak, que según Estados Unidos sólo intenta ganar tiempo ante la amenaza de un nuevo ataque militar, no ha dado aún por recibida la contestación de Annan.

En una entrevista publicada ayer por el diario Al Bayan, de los Emiratos Árabes Unidos, el ministro iraquí de Asuntos Exteriores, Naji Sabri, lanzó duras acusaciones contra Hans Blix, de quien dijo que había 'cedido a las presiones y al chantaje de EE UU'. 'Blix ha heredado las funciones que asumía el espía Butler', agregó.

El australiano Richard Butler precedió a Blix como jefe del equipo de inspectores y fue quien decidió, en diciembre de 1998, que debían abandonar definitivamente Irak porque el Gobierno de Sadam Husein hacía imposible su misión de verificar la aniquilación de todas las armas de destrucción masiva y los misiles necesarios para utilizarlas. La suspensión de la misión fue seguida por un bombardeo de represalia por parte de aviones estadounidenses y británicos. En la actualidad, Butler se dedica a pregonar la necesidad de eliminar a Husein y su régimen, preferentemente por la vía militar.

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El presidente estadounidense, George W. Bush, se ha comprometido públicamente a acabar con Sadam Husein, algo que su padre no se atrevió a hacer durante la guerra del Golfo, en 1991, por falta de un Gobierno alternativo. Si se frustraran los actuales intentos de reanudar las inspecciones, suspendidas durante más tres años, resultaría casi inevitable una operación estadounidense contra Irak. Todas las opciones, según Bush, están abiertas: desde el fomento de una rebelión interna (que parece muy difícil) hasta una invasión que requeriría el despliegue de 250.000 soldados.

Pero la segunda guerra del Golfo suscita, de momento, muy escasos apoyos internacionales. Arabia Saudí, que en 1990 invitó a su territorio a las tropas de EE UU por temor a un ataque del Ejército iraquí que acababa de invadir Kuwait, y que mantiene las bases estadounidenses más grandes de la región, se niega en redondo a colaborar en una nueva campaña. 'Le hemos dicho [al Gobierno de Washington] que no queremos que utilicen nuestro territorio' para lanzar un ataque, declaró ayer el ministro saudí de Asuntos Exteriores, príncipe Saud, a la agencia AP.

El secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, aseguró el martes que los países árabes colaborarían 'privada o públicamente' con un ataque de EE UU contra Irak. El príncipe Saud respondió que su Gobierno había expresado 'en privado y en público' su rechazo a una operación de ese tipo, 'porque creemos que no es necesaria, especialmente ahora que Irak se ofrece a colaborar con una reanudación de las inspecciones', y porque 'cualquier cambio de Gobierno que ocurra en Irak debe ser decidido por el pueblo iraquí'. 'Nuestra posición no puede estar más clara', indicó el príncipe saudí.

Egipto, a pesar de oponerse a 'la actitud agresiva y loca' del presidente iraquí, tiene que 'cerrar la vía a esa quimera loca de Washington', que quiere atacar a Irak, aseguró ayer el diario gubernamental Al Akhbar, citado por la agencia France Presse. El periódico advierte que la política de EE UU 'no está exenta de toda sospecha'.

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