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El Consejo Nuclear detecta 'importantes fallos' de seguridad tras el asalto a Zorita

El CSN había dado el visto bueno a la central un día antes de la intrusión de Greenpeace

Un grupo de activistas de Greenpeace invadió la central nuclear de Zorita (Guadalajara) y se encaramó a la cúpula del reactor el pasado 25 de abril. La actuación de los vigilantes fue correcta pero no suficiente para retrasar la intrusión ni para repelerla. El informe del Consejo de Seguridad Nuclear donde se recogen las deficiencias que destapó aquel ataque señala que de haberse tratado de un grupo armado 'habría conseguido su objetivo sin dificultad alguna'. Sin embargo, una inspección del CSN un día antes del ataque no detectó deficiencias graves.

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Zorita es la nuclear más antigua de España. Comenzó a funcionar en 1968 y no es un secreto para nadie que, a día de hoy, la planta se ha quedado 'antigua, obsoleta y llenas de fallos'. Con esas palabras la describió una semana después del ataque de Greenpeace la presidenta del Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), María Teresa Estevan Bolea. Y propuso para la central una sanción de 600.000 euros por infracción grave.

El CSN había inspeccionado Zorita el día 24 y había dado el visto bueno a sus medidas de seguridad. Así se lo comunicaron a sus propietarios. Sin embargo, al día siguiente, los activistas de Greenpeace consiguieron entrar saltando las vallas que rodean el edificio. Los inspectores del CSN vuelven a visitar la central para determinar que los hechos ocurridos 'no habían alterado el estado de seguridad de la central'. En esa segunda inspección se detectaron importantes deficiencias de seguridad de las que nada se había dicho anteriormente. Alguno de estos fallos se han ido subsanando a toda prisa tras el escándalo que causó la intrusión de Greenpeace.

El CSN conoció entonces las deficiencias que presentaba la central tanto en medios humanos como materiales. Por eso, a pesar de la correcta actuación del único vigilante armado entienden que los efectivos para hacer frente a una intrusión eran 'claramente insuficientes'. Así lo afirma Carlos Bravo, responsable de la campaña de energía nuclear de la organización ecologista.

Sistemas de detección

Entre las medidas de seguridad que fallaron en la central destacan los sistemas de detección de intrusos en el doble vallado que rodea las instalaciones. Asimismo, no se simultaneó la detección por infrarrojos, microondas, cable sensor, de tal forma que, de fallar uno de los sistemas, los vigilantes ya no tuvieron posibilidad de detectar al intruso.

El sistema de vídeo avisó en el centro de alarma primario, pero no daba copia en el secundario. El CSN pudo comprobar también que las puertas de acceso al edificio auxiliar y al almacén de residuos radiactivos estaban abiertas, sin control ni alarmas activadas. Las cerraduras no estaban operativas pero es que, además, es posible que 'los sistemas de detección de apertura estuvieran deteriorados o fuera de uso durante mucho tiempo'.

En el Consejo se sospecha además que hubo fugas de información, vista la facilidad con que los activistas de Greenpeace lograron entrar en la central. Por eso, la conclusión a la que llegan es que cualquier grupo armado con intenciones decididas de dañar las instalaciones podría haberlo conseguido 'con facilidad'. En medios próximos a las centrales nucleares piensan que entrar en una planta es muy fácil; y también evitarlo, pero para eso no basta con multiplicar el número de vigilantes, sino que hay que darles la posibilidad de que actúen con contundencia.

Algunos ecologistas pudieron ese día haber entrado tranquilamente por la puerta del recinto, que les fue abierta. 'Pero nosotros no queríamos entrar, sólo queríamos encadenarnos mientras los compañeros saltaban la valla por otro lado', afirma Carlos Bravo.

¿Cómo es posible que el CSN diera el visto bueno a las medidas de seguridad de la central un día antes de la exitosa invasión de los ecologistas? 'Es que eso no era una inspección, era un grupo de trabajo en el que participaba el Consejo. Nosotros no comentamos las inspecciones, luego no pudimos decir que todo estaba perfecto', declara el asesor de comunicación del CSN, José Francisco Morales.

Pero sí le dijeron a los titulares de la central que 'todo estaba correcto, en línea con las otras centrales, y que sólo que había que implementar una serie de medidas de protección', según lo recuerdan en la central. Morales dijo ayer que no tiene constancia de esa conversación. 'Ni la niego ni la confirmo', zanjó.

Carlos Bravo, de Greenpeace, asegura que el ministro de Economía, Rodrigo Rato, y los titulares de la central 'están negociando una rebaja de la sanción propuesta por el CSN'. 'El ministro quiere evitar dañar la imagen de Unión Fenosa y eso demuestra su irresponsabilidad y su connivencia con las compañías eléctricas', afirma.

La central todavía no ha recibido comunicación oficial del ministerio sobre la infracción y la sanción que les corresponde.

Activistas de Greenpeace, en la cúpula del reactor de Zorita el día 25 de abril.
Activistas de Greenpeace, en la cúpula del reactor de Zorita el día 25 de abril.EFE

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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