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Karzai pide a EE UU más tropas internacionales tras los combates en Gardez entre tribus afganas rivales

La unidad de Afganistán parece aún lejana. La ciudad de Gardez (al sur de Kabul) se recuperaba ayer de los combates que dejaron el sábado más de 30 muertos y un centenar de heridos al enfrentarse dos tribus rivales. Las fuerzas leales al señor de la guerra Padsha Jan Zadran, depuesto como jefe de Gardez en febrero pasado, lanzaron un feroz ataque que fue repelido por las tropas del gobernador de la vecina provincia de Paktia, que controlan la zona en disputa.

El ataque se produjo durante la visita a Afganistán del secretario de Defensa de Estados Unidos, Donald Rumsfeld, a quien el presidente del Gobierno provisional, Hamid Karzai, señaló que es necesario ampliar el número de efectivos de la fuerza internacional (ISAF) para imponer definitivamente la paz en Afganistán.

Kabul fue testigo ayer del mayor desfile militar en años. Tanques de la era soviética, que aún llevan como insignia la estrella roja, helicópteros comprados recientemente a Rusia y tres aviones Mig, participaron en el desfile de unos 10.000 hombres, que festejaba el 10 aniversario de la caída del régimen procomunista de Najibulá.

La mayoría de los muyahidin, entre los que había un escuadrón de mutilados en sillas de ruedas o con muletas, portaba al hombro el tradicional Kalashnikov. Otros llevaban lanzaderas de misiles y algunos, como salidos del Afganistán medieval, llevaban sables colgando del fajín. El desfile estaba presidido por un gran retrato de Ahmed Sha Masud, que conquistó su legendario nombre de León del Panshir, durante la lucha contra los invasores soviéticos que jamás lograron entrar en ese estrecho valle. Masud, asesinado en septiembre pasado, fue quien dirigió la toma de Kabul y la derrota de Najibulá, ahorcado cuando Masud perdió el control de Kabul, que cayó en poder de los talibanes, en 1996.

Los expertos señalan que el hecho de que Karzai, un pastún, y Fahim, un tayiko, presidieran el desfile, revela que una frágil normalidad comienza a llegar a Afganistán, que se prepara para celebrar la Loya Jirga (Gran Asamblea tradicional), de la que debe salir el Gobierno que conducirá al país a unas elecciones libres.

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