El espíritu festivo
Si uno busca exclusivamente los aspectos lúdicos en el rock en directo, arrinconando otros conceptos como las pretensiones culturales, los virtuosismos y ortodoxias instrumentales o el simple exceso de glamour a niveles ridículos, el dinero invertido en una entrada para ver a The Fleshtones se revela como una de las mejores inversiones posibles.
Estos veteranos del retro-rock llevan ya 26 años pateándose el mundo y ofreciendo conciertos llenos de energía, comunicación con el público y un sentido de la diversión que les hace pasar, a pesar de sus cuarenta y muchos años, por adolescentes gamberretes, pero inofensivos.
En su actuación por Madrid, una de las nueve que van a dar por toda la geografía española, The Fleshtones aprovecharon la presentación de su decimoquinto disco oficial, Solid Gold, para saltar del escenario a bailar sobre la barra, a acercarse por el guardarropas, a enfilar por la escalera de salida, dejarse mantear y llevar a hombros, ofrecer sus micrófonos para que el público rugiese sus juveniles estribillos, sus instrumentos para que los espectadores tocaran y realizar un montón de coreografías inverosímiles. Todo ello sin dejar de tocar una nota de sus canciones -The Dreg, I want more, I'm not a Sissy, Hitsburgh USA...- tan deudoras del estilo burbujeante de los grupos británicos de los sesenta e ideales para espantar tristeza o aburrimientos.
The Fleshtones
Peter Zaremba (voz, armónica y órgano), Keith Strengh (guitarra y voz), Bill Milhizer (batería y coros) y Ken Fox (bajo y coros). Sala El Sol. 15 euros. Madrid, viernes 26 de abril.
Un extraordinario concierto de un grupo que, sin estar nunca de moda, consigue ofrecer algo que nunca pierde vigencia: la alegría y el espíritu festivo. Algo muy necesario en los tiempos que corren.