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Columna
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La tercera reforma

Miguel Ángel Fernández Ordoñez

El Gobierno del PP prepara su tercera reforma del IRPF. La primera reforma, aprobada en 1996, creó un tipo único del 20% para las ganancias de capital, mientras que a las rentas de trabajo las dejó sometidas a un impuesto progresivo que gravaba crecientemente los sueldos y salarios hasta el 56%. En la segunda reforma, la de 1999, redujo en ocho puntos -hasta el 48%- el tipo máximo aplicable a las rentas de trabajo, pero también redujo el tipo único para las ganancias de capital del 20% al 18%.

La política de rebajar los tipos marginales que se aplican a las rentas de trabajo coincide con la tendencia general en los países de nuestro entorno, tendencia que inició en España el Gobierno socialista, que redujo en 10 puntos el tipo máximo del impuesto sobre la renta. Por ello parece razonable, como propone la tercera reforma, continuar reduciendo la imposición progresiva del trabajo, aunque sólo sea en tres puntos.

Sin embargo, esta tercera reforma, como las dos anteriores, sigue separándose de otra tendencia de la imposición directa en Europa, que es la de que los tipos aplicables a las distintas rentas se parezcan lo más posible. Lamentablemente, y a diferencia de lo que sucede en otros países europeos, la tercera reforma del PP seguirá manteniendo la gran desigualdad de trato entre las rentas del trabajo y el capital que introdujo en su primera reforma. El problema es que aplica a todas las rentas de trabajo, tanto a las altas como a las más bajas, un tipo marginal que siempre es superior al tipo marginal que aplica a las ganancias del capital, pues éste es único, cualquiera que sea la cantidad que gane el 'capitalista'.

Otro problema de la tercera reforma es que sigue manteniendo una gran distancia entre el tipo marginal sobre la renta del trabajo y el tipo del impuesto sobre sociedades, con lo que se seguirá favoreciendo la creación de sociedades fantasma con el único propósito de eludir el pago del impuesto sobre la renta. La creación de estas sociedades fantasma, que dio lugar a uno de los primeros escándalos protagonizados por gobernantes del PP, es algo que no está al alcance de todos, lo que significa una injusticia por el trato diferente dado a unos y otros ciudadanos.

La propuesta de que las ganancias de capital se graven al 15%, mientras que las rentas de trabajo se gravarán con un marginal que oscilará entre el 15% y el 45%, no tiene ningún fundamento porque, incluso en los países que tratan de distinta forma las rentas de capital que las rentas de trabajo, la diferencia entre el tipo que se aplica a unas y otras rentas no llega nunca a la barbaridad de los 30 puntos de diferencia que propone la tercera reforma para España. Por dar algún ejemplo, en los países nórdicos la distancia máxima está alrededor de los 15 puntos.

El problema de las reformas del PP es que, al haber bajado mucho los impuestos sobre las ganancias de capital, se ha quedado sin margen de maniobra para reducir los impuestos sobre sociedades y sobre las rentas del trabajo. Esto no es sólo un problema de justicia, sino también de distorsión de los incentivos económicos. Por los resultados que han acompañado a las recientes reformas, da la sensación de que las reformas han favorecido al capital acumulado, pero han perjudicado al ahorro, a la generación de capital. Desde un punto de vista económico, el problema de estas reformas es que han cuidado fundamentalmente a los 'rentistas', frente a otras alternativas europeas que piensan más en los trabajadores y las empresas, las empresas de verdad, no las fantasma.

Finalmente, se debe elogiar la propuesta de la Comisión de Expertos de permitir cambiar de un fondo de inversión a otro sin coste fiscal. Esta medida, si se aprueba, aumentará la competencia entre los fondos de inversión para captar clientes y reducirá las comisiones al nivel que determine el mercado. Hoy, la mayoría de los españoles están cautivos en los fondos de inversión, aunque es verdad que, como siempre, los que tienen más medios consiguen escaparse de esa cautividad por distintas fórmulas. mfo@inicia.es

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