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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Ocio y criminalización de la juventud

Hace menos de 10 años la juventud española fue calificada como la generación X, una generación pasota y que no se preocupaba por nada. En el tiempo transcurrido desde entonces l@s jóvenes hemos sido JASP, l@s más preparados, violentos por oponernos a su globalización neoliberal, hasta llegar a ser una generación de cuasi analfabetos en los albores de una nueva y temida reforma de la ministra Del Castillo.

Pues bien, est@s jóvenes que no saben ni leer ni escribir, según los informes del Ministerio de Educación, no sólo fracasan en el sistema educativo, sino que se dedican a realizar botellones y a consumir drogas de diseño en fiestas raves. Estos son los mensajes que en materia de juventud se han lanzado en los últimos tiempos desde el Gobierno presidido por Aznar.

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Señores del Partido Popular, ni l@s jóvenes éramos tan buenos cuando ustedes nos pedían el voto, ni tan inútiles como ahora pretenden hacer creer a la sociedad a través de los medios de comunicación afines al régimen.

Está clara la apuesta por la criminalización de la juventud, que desde los gobiernos del Partido Popular se ha venido realizando, tal y como ponen de manifiesto sus actuaciones en los diferentes temas que nos afectan a l@s jóvenes. Solamente aquellos que están próximos a la doctrina popular y a Operación Triunfo parecen merecerse el respeto de nuestros gobernantes.

L@s que protestan por una Ley de Universidades injusta, por una reforma que persigue la elitización de la enseñanza secundaria, l@s que piden la condonación de la deuda externa, l@s contrarios a la globalización, l@s defensores de medio ambiente, l@s que desarrollan proyectos en Centros Sociales... en definitiva tod@s l@s jóvenes que no compartimos el pensamiento único y que tenemos distintas formas de ver el mundo y de intervenir, somos l@s jóvenes que molestan al PP y contra l@s que el partido del Gobierno dirige sus ataques.

Que se llegue a esta situación no es casual, es fruto de la ausencia de políticas de juventud y de la falta de interés por conocer y solucionar los problemas de este colectivo. L@s jóvenes tenemos problemas con nuestro sistema educativo, un sistema que cuenta con menos recursos que la media de la OCDE, con una política de becas ridícula y con unas tasas de escolarización en secundaria inferiores a la media de la UE.

Tenemos muy difícil el acceso a la vivienda, y la dependencia de la familia se prolonga cada vez más. La incorporación al mercado laboral esta acompañada en la mayoría de los casos de una alta precariedad y poca estabilidad en el empleo. Todos estos problemas se vienen arrastrando sin que las Administraciones Públicas apliquen ningún tipo de políticas activas para solucionarlos. Parece ser que estos problemas no cuentan, y el único y principal es el botellón.

Ante este fenómeno, que no es nuevo, rápidamente se ha creado una mesa que no es más que una mera operación mediática para discutir sobre este "gran problema" que tiene la juventud, y de paso legitimar un congreso cuyas conclusiones ya estaban claramente definidas antes de que empezara: fueron presentadas por el Ministro en la inauguración del mismo.

Las políticas que se han puesto en marcha en ciudades como Madrid, y el concreto en barrios como Malasaña, ya las conocemos tod@s. La alternativa al botellón es la toma del barrio por parte de las Fuerzas del Orden Público. Desde luego, este tipo de prácticas demuestran nula voluntad de solucionar la situación y lo único que persigue es buscar un enfrentamiento entre jóvenes y vecin@s.

Este problema que se vive no puede afrontarse de forma aislada y la solución debe llegar mediante el diálogo entre los colectivos implicados, y nunca mediante medidas represivas o prohibicionistas.

Prácticas como el botellón no inquietan a los gobernantes por el consumo de alcohol sino por las molestias que ocasionan al vecindario. Si la verdadera preocupación fuera por el consumo de alcohol se deberían estar tomando medidas contra otra práctica muy extendida que es el garrafón, que muchos bares ofrecen. Si la preocupación fuera los accidentes se ampliaría el servicio del transporte público nocturno, con el fin de reducir la utilización del coche.

Las escasas alternativas que se proponen desde las instituciones no dejan de ser en la mayoría de los casos propuestas "enlatadas" de ocio, muy alejadas de los intereses de l@s jóvenes. No se facilita los medios para que la juventud pueda desarrollar sus propias iniciativas. Existe una falta total de lugares donde poder desarrollar actividades, faltan de espacios públicos, faltan medios; y lo que es más grave, falta una voluntad política para proponer alternativas de ocio.

Cuando se cierran casas de la juventud, salas de conciertos, se desalojan centros sociales, que sí ofrecían actividades al barrio, se pierde toda la legitimidad para criticar prácticas que son consecuencia de una nefasta política de juventud.

Por último, señalar que episodios como los vividos recientemente en la fiesta rave de Málaga, donde dos personas perdieron la vida por el consumo de éxtasis, se podrían haber evitado si estos jóvenes hubieran sabido lo que consumían. No se puede permitir la hipocresía de la prohibición de las drogas y luego lamentarse de las fatales consecuencias que esto tiene.

Es fundamental la despenalización de las drogas acompañada de un riguroso control sanitario de los compuestos y de una fuerte campaña de información sobre las sustancias y sus consecuencias. Ya va siendo hora de aceptar una realidad y romper con una doble moral existente en ésta como en otras muchas materias.

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