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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Experiencia y filosofía

San Agustín, o Agustín Aurelio, nacido en la provincia romana de Tagaste (354-430), pagano cristianizado por convicción y que llegó a ser obispo de Hipona así como el autor de la monumental De civitate Dei o las célebres Confesiones, figura entre los pensadores más citados en las obras de Hannah Arendt. La singular 'politóloga' obtuvo su doctorado en filosofía con una tesis acerca del concepto de amor agustiniano; contaba tan sólo 22 años cuando, en 1928, la presentó en la Universidad de Heidelberg. Karl Jaspers, el director de la tesis, se sintió un tanto perplejo al leer el trabajo de su alumna, pues ésta demostraba sobrada independencia de criterio e interpretaba las ideas del santo desde perspectivas estrictamente filosóficas, vinculadas más a la denominada 'filosofía de la existencia', de moda en la época, que a la teología tradicional. La editorial Springer, de Berlín, publicaría el trabajo con leves modificaciones en 1929; con ello, se convertiría en el 'primer libro' de la autora.

EL CONCEPTO DE AMOR EN SAN AGUSTÍN

Hannah Arendt Traducción de Agustín Serrano Encuentro. Madrid, 2001 150 páginas. 15,03 euros

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El ego más grande de la Antigüedad

Los funestos avatares que asolaron Europa en años posteriores, aparte de conducir a Hannah Arendt al exilio, influyeron en el derrotero que tomaron sus intereses intelectuales; obras tan esenciales como Los orígenes del totalitarismo o La condición humana, le proporcionaron fama mundial, pero El concepto de amor en San Agustín permaneció en el olvido. A raíz de una deficiente traducción inglesa, la autora comenzó a revisarlo para una versión mejorada. Finalmente, en 1996, se ha reeditado el texto en Norteamérica, ya fijado definitivamente y bajo el título Love and Saint Augustine; ésta es la edición que Serrano de Haro ha empleado para su excelente traducción, la primera en castellano de esta obra.

El ensayo es denso, de labo

riosa lectura, escudriñador y plagado de sutiles paradojas que desvelan lo asistemático del pensamiento de san Agustín. Con todo, el respeto y la admiración por el santo vibran en cada línea; y es que, la muchacha conocía acaso demasiado bien al célebre padre de la Iglesia y no sólo debido a la asistencia a las lecciones de Romano Guardini o a los seminarios de los teólogos Bultmann y Dibelius, reconocidos especialistas mundiales. Hannah Arendt tuvo ocasión de conocer el pensamiento de san Agustín a la vez que el amor mismo por otra vía más inmediata: el filósofo Martin Heidegger. Hoy, es ya un lugar común referirse a la apasionada relación sentimental -mantenida en el más absoluto secreto- entre la joven alumna de origen judío y el altivo y futuro seguidor de Hitler, el filósofo del ser y el gran crítico de la metafísica occidental, que entonces tenía 35 años, se hallaba honestamente casado y con dos niños y, además, comenzaba a ser popular como avezado pensador dentro del mundo académico. Acaso no resulte tan descabellado destacar que fueron unas palabras del obispo de Hipona, citadas a menudo por Heidegger y repetidas con delectación por Hannah, el germen de aquel interés por las obras de san Agustín.

En una carta fechada el 13 de mayo de 1925, Heidegger le comenta a su amante lo feliz y agradecido que se siente por el hecho de que ella se le haya entregado: 'Te doy las gracias por haberme acogido en tu amor', afirma; a la vez, también le inquiere y la alecciona enigmáticamente con ese cripticismo propio de su intrincado filosofar: '¿Sabes que esto es lo más difícil con lo que ha de cargar un ser humano? Para todo lo demás hay caminos, ayuda, límites y comprensión... aquí, todo significa tan sólo: ser/estar en el amor = ser/estar empujado a la existencia más propia. Amo significa volo, ut sis, dijo en cierta ocasión Agustín: te amo, y quiero que seas lo que eres'. En la misma misiva, Heidegger le cuenta que está leyendo De gratia et libero arbitrio. La relación entre ambos, tormentosa y más bien humillante para la joven, ocupa uno de los periodos más fructíferos de la vida de Heidegger: su estancia en Marburgo y la redacción de Ser y tiempo, la obra que otorgaría a Heidegger el reconocimiento definitivo. Sin embargo, una vez superados los arrebatos de pasión e incapaz de comprometer su vida burguesa así como su vertiginosa carrera profesional a causa de lo que para él era claramente poco más que una 'aventura', la actitud cada vez más egoísta y desdeñosa de Heidegger obligó a Hannah a refugiarse en Heidelberg a fin de concluir sus estudios y doctorarse bajo el auspicio de Jaspers.

Hannah Arendt continuó

prendada de su primer maestro -lo estaría de por vida-, pero contempló la pasada relación como una prueba necesaria dentro de su propia educación sentimental; tenía que aprender de lo vivido, he aquí por qué eligió como tema de tesis al amor y a san Agustín. Hannah sostenía, además, tal como le comunicó a Jaspers, que tanto la filosofía como la historia se tornan más diáfanas y comprensibles cuando se tamizan a través del velo de la propia experiencia. Tampoco dejó de asumir en sus reflexiones acerca de las ideas de san Agustín aspectos de la revolucionaria filosofía heideggeriana, e incluso ir más allá de ellos u oponerles las propias intuiciones; así, a la importancia que Heidegger daba a la muerte como lo constitutivo del ser humano, le oponía ella la relevancia del 'nacimiento', el venir al mundo del hombre entendido como inicio de toda obra, de todo lo grande y hermoso, y también, de la apertura a la realidad de los otros. Juventud, espontaneidad, alegría por la existencia se contraponían ya a la filosofía de tonos más oscuros surgida del dudoso talante humano de Heidegger.

Así, el San Agustín de Arendt fue también un inicio, el alumbramiento de una gran pensadora que se forjaba a sí misma por la gracia del conocimiento. Por lo demás, ese exigente volo, ut sis la acompañó el resto de sus días, pues lo consideraba 'el más hermoso poema de amor de todos los tiempos'.

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