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LA CUMBRE DE BARCELONA

Llamamiento institucional para ir en transporte público y evitar colas de hasta 100 kilómetros

Los accesos a Barcelona pueden llegar a sumar colas de hasta 100 kilómetros durante la cumbre europea, si el tráfico de vehículos no se reduce el 30%. Éstos son los cálculos que hacen los responsables de Tráfico para los días de la cumbre, durante los cuales está previsto cortar la avenida Diagonal, una de las principales entradas a la ciudad, y desviar todo el tránsito por otras vías.

Para que no se produzca el gran colapso, 100.000 conductores deberán dejar esos días el coche en casa. Y para facilitarlo se ha reforzado el transporte público y se han habilitado 6.500 plazas de aparcamiento en el área metropolitana de Barcelona.

Tanto el Servicio Catalán de Tráfico, dependiente de la Generalitat, como el Ayuntamiento de Barcelona insisten en que, si se puede, se eviten los desplazamientos en vehículo privado, sobre todo para acceder a la ciudad. Si no se logra disuadir por lo menos a uno de cada tres conductores, el caos está garantizado. 'No se puede hacer desaparecer 100.000 coches de golpe', reconocía Joan Delort, director del Servicio Catalán de Tráfico.

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Las medidas de seguridad de la cumbre, que se celebrará en el Palacio de Congresos, obligarán a cerrar al tráfico privado la avenida Diagonal. Para establecer un perímetro de seguridad se han colocado unas vallas en torno a ese edificio, así como en el hotel Juan Carlos I y el Princesa Sofía.

Además del acceso por la Diagonal, habrá otros dos puntos conflictivos: el nudo del Llobregat y el nudo viario del aeropuerto. En conjunto, los accesos a Barcelona por el sur absorben 360.000 vehículos diarios y para que el nivel de saturación sea soportable durante la cumbre debería reducirse la entrada de coches privados, al menos el 30%.

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Pero si la entrada puede ser caótica, salir de Barcelona hacia el sur y moverse por el interior será todo menos fácil. Y no sólo por las obras. Para conseguir su objetivo, las autoridades de tráfico lanzarán mañana una intensa campaña, con anuncios en la prensa e información a través de la radio, las webs institucionales y los servicios telefónicos de atención ciudadana, con objeto de pedir a los habitantes de Barcelona y su entorno que en la medida de lo posible no utilicen el coche y se desplacen en tren y metro esos días.

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