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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

Sobre las ruinas del amor

J. Ernesto Ayala-Dip

En su trilogía de Centroamérica, Javier Reverte (Madrid, 1945) volcaba los acontecimientos políticos y sociales del continente americano durante la década de los ochenta. Esa trilogía era literatura de ficción. Y cuando tuvo que adaptar un hecho histórico, como fue el caso del misionero jesuita Pedro Páez Xaramillo durante el siglo XVI, no dudó en apelar a la historia narrativa, un modelo de enfoque historiográfico muy en boga y de calidad contrastada en algunos casos. Hay que decir esto para que el lector comprenda mejor la operación que intenta el autor madrileño con La noche detenida, primer Premio de Novela Ciudad de Torrevieja.

En la novela, un periodista, Miguel Chaves, recibe un encargo para hacer una serie de reportajes en Sarajevo. El encargo está bien pagado y Chaves, que vive en París con una mujer que prácticamente lo mantiene, no pierde la oportunidad de retomar un oficio, el periodismo, que un día cambió por el de un esperanzado estatus de novelista. En pocas páginas, Reverte coloca a su protagonista en Sarajevo. Allí se reencuentra con viejos colegas de profesión y allí conoce a Alma, la mujer de un hombre que se acercó a él en territorio croata para encargarle que le hiciera llegar unas provisiones y una carta. Entre descripciones rápidas del asedio serbio a la ciudad bosnia, el romance entre Miguel y Alma ocupa la mayor parte del relato.

LA NOCHE DETENIDA

Javier Reverte Plaza & Janés Barcelona, 2002 216 páginas. 18 euros

Javier Reverte estuvo en Sa-

rajevo

en 1992. Esa experiencia la trasladó el autor a su libro Bienvenido al infierno. Ahora, la misma materia la convierte el autor de El sueño de África en tratamiento novelístico. Pero una novela no se convierte en tal sólo porque a un asunto real le trufemos con situaciones, personas y nombres inventados. En una novela todo lo que acontezca ha de parecer producto de la imaginación y de la capacidad del autor para ensamblar todas las partes de que consta esa totalidad llamada novela. Porque sino cómo es posible que todo lo que se narra en La noche detenida parezca ya leído en artículos y reportajes de periódicos. Y por qué nos parece que la existencia de Alma está concebida con la inconsistencia de un agregado sentimental, sin más, teniendo en cuenta que nuestro héroe cae rendido no bien la ve, sin que se vea nunca ese proceso de lento y gozoso enganche amoroso que una historia como ésa se merece. Aquí todo se produce con demasiada rapidez, el enamoramiento juvenil del protagonista, la infidelidad de la heroína, la separación de los fugaces amantes. Insisto, en La noche detenida nada parece una transfiguración novelística. Voy a dar un ejemplo: en un momento determinado el narrador, que es el propio Miguel, dice lo siguiente: 'Siempre he creído que las ciudades tienen alma propia'. Suponiendo que nunca se haya dicho esto sobre las ciudades, que creo que se ha dicho, lo que importa ya no es si se ha dicho o no, sino que parezca una sentencia nueva. Con esta novela no sabemos nada que ya no conozcamos sobre la tragedia de Sarajevo. Y de Alma y Miguel, tampoco, salvo que se aman según nos lo cuenta Reverte.

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