De los resultados
Tres son las claves que a mi entender explican los resultados electorales del lunes: La inusitada importancia de los equipos propuestos por los candidatos a la hora del voto, la desigual respuesta de los estamentos en justa correspondencia a la percepción de su diferente implicación en la institución y el decantamiento de buena parte del voto conservador en favor de la candidatura ganadora. En las cifras por mesas del PFD se traduce que cada uno de los candidatos obtuvo mejor resultado allí donde su seleccionado disponía de mayor crédito, o bien contrastado en anteriores elecciones o simplemente que en la actualidad se hallaba en clara conexión con los gestores del centro. Pero esta tónica se rompe en algunos casos, como en Derecho, Geografía e Historia y Ciencias Sociales. El candidato vencedor lo es claramente en su centro y campus, mientras que el derrotado no lo es en sus respectivos, llamando la atención la diferencia en Medicina y Odontología a favor de Tomás. La clara ventaja de Tomás en resto del PDI debe atribuirse, también, a la apreciación del perfil concreto de los equipos propuestos, que se traduce en la misma o parecida proporción. Que el PAS y los Estudiantes se hayan decantado claramente por Barona, con excepciones obvias en algunos centros (Química, Física, Biológicas, Psicología) explica que las componentes ideológicas y personales del candidato conectaron mejor con los sectores progresistas, alternativos y valencianistas que la candidatura ganadora. En cierto modo, el PAS mostró con su voto algo de su cansancio por el papel que ha desempeñado en el organigrama de poder de largos años de gestión universitaria, votando por mayoría a la alternativa. Con respecto a la diferente participación de los colegios o estamentos es bastante evidente que más allá de interpretaciones políticamente sesgadas, la distancia entre el porcentaje de participación de PFD y PAS, por una parte, y resto de PDI y Estudiantes, por otra, advierte de que la movilización es cosa de los profesionales fijos, en menor grado de los eventuales o en formación, y muy poca de los meros usuarios del servicio público, los estudiantes. El juicio que quiere ver en la abstención de los PDI o de los estudiantes una respuesta anti-LOU es, a mi juicio, estrambótico, y la apelación políticamente correcta a la participación de los estudiantes en la gestión de la Universidad, un pretexto para que minorías politizadas obtengan una escuálida legitimación de sus electores con la que apostar personalmente en el claustro. Y, por último, la escasa componente de abstención en PFD -casi equivalente a la técnica del 10%-, y la poca entidad del voto en blanco traducen que el voto conservador, es decir, el crítico con la gestión global del último rectorado o el convicto que la opinión conservadora tiene de lo acontecido en la UV desde la LRU hasta hoy, ha ido en poca proporción al blanco o a la abstención y en su mayoría a la candidatura percibida de entrada como el stablishment y el continuismo; tónica, por otra parte, rota en algunos centros de Tarongers y poco más. Este primer ensayo de elección directa mediante voto ponderado de Rector será sin duda un dato de buena acogida para los redactores de la LOU.
