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PANTALLA INTERNACIONAL

Costa-Gavras niega que el cartel de 'Amen' sea una provocación

Duro ataque de los obispos franceses por la superposición de las cruces cristiana y nazi en la publicidad del filme.

El presidente de la Conferencia Episcopal Francesa, Jean- Pierre Ricard, considera que el cartel de Amen, el nuevo filme del realizador Constatin Costa-Gavras, es 'una provocación' porque 'la superposición de la cruz cristiana y de la cruz nazi crea una identificación intolerable entre el símbolo de la fe cristiana y de la barbarie nazi'. Para el padre Stanislas Lalanne, secretario general de la Conferencia, 'el cartel hiere gravemente la sensibilidad de los católicos por una amalgama inaceptable'. El sacerdote Patrick Desbois, que se ocupa de las relaciones con el judaísmo, estima que Amen es 'una buena película' y que la queja de la Iglesia respecto al cartel no cuestiona para nada el filme, a pesar de que 'caricaturiza' el comportamiento del Vaticano y de Pío XII durante la II Guerra Mundial.

El cartel es obra de Oliviero Toscani, antiguo responsable de las campañas de comunicación de Benetton. Costa-Gavras explica: 'Habíamos estado trabajando con diversas soluciones publicitarias cuando Toscani vino a ver la película. Le gustó mucho y dijo que, sin compromiso de ninguna clase, iba a intentar ayudarnos. Al día siguiente, por fax, recibimos lo que ahora es el cartel de la película. Enseguida supimos que Toscani había acertado'. Para el director en la imagen de las dos cruces superpuestas, 'no hay nada deliberadamente provocativo, sino una solución visual al problema que plantea el filme'.

En efecto, los dos protagonistas, el sacerdote católico interpretado por Mathieu Kassovitz y el nazi horrorizado ante los crímenes genocidas organizados por el régimen hitleriano -lo encarna Ulrich Tukur-, aparecen atrapados entre las aspas de las dos cruces. El uno y el otro luchan contra el exterminio judío y tratan de descubrir al mundo la existencia de cámaras de gas, pero no son escuchados por ninguna institución. El nazi y el católico coinciden en su combate moral, los dos dan testimonio de su oposición, pero los dos son olvidados o silenciados por el poder.

el cartel de la película <i>Amen</i>, expuesto en el Festival de Cine de Berlín.
el cartel de la película Amen, expuesto en el Festival de Cine de Berlín.REUTERS

Un largo escándalo

Antes de ser una película, Amen fue una obra de teatro escrita por Rolf Hochhuth y estrenada en 1963, en Berlín, titulada El vicario. Entonces la Iglesia no arremetió contra el cartel, sino contra la pieza y su contenido. En L'Osservatore Romano se escribió que era 'una obra absurda contra la obra pacífica de Pío XII'. El papa Pacelli fue antes nuncio en Múnich y Berlín, cardenal y secretario de Estado del Vaticano, y su trayectoria no está libre de sospecha. Su simpatía por Alemania le llevó a respaldar públicamente a monseñor Ludwig Kaas, presidente del partido nacional-católico que votaría en 1933 a favor de los plenos poderes a Hitler y que aceptaría disolverse para dejar todo el camino libre a los nazis. En 1934, Pacelli reclamaría por escrito que 'el Reich utilice sus poderes dictatoriales para imponer el Concordato a los gobiernos regionales'. En 1937, dirigiendo la diplomacia vaticana, se declaró dispuesto a recibir a Göering y a Von Ribbentrop. La encíclica La unidad del género humano, encargada por Pío XI para condenar el racismo y el antisemitismo nazi, nunca sería publicada pues Pío XII, que hereda el documento, prefiere guardarlo en un cajón al mismo tiempo que declara que 'el nazismo es un sistema de pensamiento que humaniza lo divino y diviniza lo humano'. También envía un mensaje de felicitación a Franco por su 'victoria católica' en 1939. Pío XII vivió una época difícil y no siempre supo evitar lo que el catecismo llama las 'malas compañías': en mayo de 1940 recibió a Ante Pavlevic, presidente de Croacia, 'bastión de la cristiandad', y el Vaticano abrió de nuevo las puertas a Pavlevic en 1943, cuando ya se sabía que serbios, gitanos y judíos eran exterminados en Croacia. No es hasta mayo de 1945 cuando Pío XII se atreve a considerar públicamente el nazismo como una 'doctrina de aplicaciones devastadoras e inmorales'.

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