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Reportaje:LAS UNIVERSIDADES DE MAYORES

'La inteligencia hay que cultivarla siempre'

Los alumnos de un programa de mayores de la Carlos III buscan ordenar sus ideas, aclarar conceptos e intercambiar opiniones

Cuando me jubilé, mi mujer se echó a temblar'. Cuenta Demetrio, de 59 años. 'Creía que me iba a pasar el día sentado en un sillón sin hacer nada, dándole la lata'. Finalmente, no ocurrió así. Demetrio se matriculó en el programa de mayores que imparte la Universidad Carlos III de Madrid y no para en todo el día. 'Estoy encantado, y mi mujer también', señala. Como su amigo y compañero de clase Manuel, de 64 años, que toda la vida ha sido técnico de mantenimiento y explica que 'su mayor ilusión' era ir a la Universidad y escuchar a los catedráticos. 'He tocado todos los palillos pero no he estudiado nada en concreto', reconoce.

Demetrio y Manuel forman parte de los 320 alumnos que están matriculados en el programa para mayores Cultura y Civilización, que la Carlos III imparte desde hace dos años. En total son 600 horas, equivalentes a 60 créditos, repartidas entre asignaturas troncales y optativas. Los veteranos alumnos van a clase dos días a la semana, de 9.00 a 13.00.

En la clase de Constitución Española, unos y otros se quitan la palabra. Quieren opinar.

A las once de la mañana comienza la clase de Lengua Española. 'Hoy vamos a ver cómo las lenguas se extendieron por el territorio. A ver, el catalán, por el Mediterráneo, el gallego, hasta Portugal', explica el catedrático y miembro de la Real Academia de la Lengua José Antonio Pascual mientras se pasea por la clase. Los alumnos atienden concentrados. Algunos toman notas. Salvo las explicaciones del profesor, no se oye ni una mosca. Al contrario que en la clase de Constitución Española, donde unos y otros se quitan la palabra. Todos tienen algo que aportar. Un encendido debate recorre el aula y la profesora pide 'un poco de silencio'.

'Lo mejor de estas clases es que sirven para ordenar las ideas, para aclarar conceptos, para intercambiar opiniones', cuenta el delegado de la clase, Miguel, de 69 años y jubilado hace dos, después de trabajar toda la vida en el Ministerio de Trabajo. Y se lamenta de las pocas horas lectivas para la densidad de muchas de las materias (20 horas por asignatura). Adrián, de 68 años, también jubilado e ingeniero técnico por el ICAI, añade: 'Yo sabía mucho de electricidad, pero poco de humanidades. Estas clases son la mejor forma de abrir la puerta a otros temas'. Y también para refrescar la memoria. Así lo señala José, de 69 años, que dice que gracias al programa está recordando 'cosas que ya sabía' y aprendiendo otras que 'no tenía mucha idea'. Además, confiesa orgulloso: 'Me encuentro mucho más realizado con respecto a mi familia, sobre todo con mis nietos, a los que intento dar ejemplo diciéndoles que en la vida hay que seguir cultivando la inteligencia toda la vida'.

El grueso del programa lo forman materias como historia, geografía, arte, filosofía, política. Pero también derecho, historia de la música, la sociedad de la información, bioética o nuevas tecnologías. Como materias optativas pueden asistir a cualquiera de las asignaturas de humanidades que imparten las distintas carreras de la Carlos III para el resto de los estudiantes. O bien, elegir entre mitología o medicina y entre informática o inglés.

Matilde, que tiene 66 años y un aire muy juvenil, explica que ella, por ejemplo, escogió inglés para 'poder entender' al novio de su hija. También dice que siempre ha tenido 'inquietudes' y que lo que más le gusta es el arte, la filosofía y la literatura.

Matilde no es una excepción. A pesar de que la mayoría de los alumnos no cuenta con estudios superiores, en el aula se percibe un gran bagaje cultural. Es el caso de Consuelo, de 58 años y ama de casa toda la vida. Dice que cuando se enteró de la existencia de este programa animó a su marido para que se matriculase pero al final fue ella quien lo hizo. 'Ir a la Universidad era una asignatura pendiente', reconoce.

Antes de matricularse en el programa todos tuvieron que superar una prueba escrita. 'Lo hacemos sólo para comprobar el nivel de los alumnos. Y la verdad es que es bastante alto', señala la directora del programa, Luz Neira. Y apunta que estos estudiantes están mucho más 'entregados', atienden con más atención las explicaciones de los profesores, pero también son mucho más críticos. 'No les vale cualquier clase, son muy exigentes', señala Neira.

Todos los profesores pertenecen a la Carlos III, desde catedráticos, profesores titulares y ayudantes, seleccionados en función de las materias que se imparten en el programa. Aparte de las clases se organizan visitas culturales, conferencias. También, como cualquier estudiante de la Carlos III, pueden asistir a todas las actividades que se organizan para los alumnos, como los cursos de verano y los conciertos.

Al final de curso no hay exámenes, pero sí trabajos escritos. Cuando terminan el programa a los estudiantes se les entrega el título Cultura y Civilización. Como explica Rafael, de 60 años: 'No nos dan ningún título oficial, pero no me importa. De todas formas no me iban a dar trabajo. Ni falta que me hace'.

El académico José Antonio Pascual imparte una clase de Lengua en la Carlos III.
El académico José Antonio Pascual imparte una clase de Lengua en la Carlos III.BERNARDO PÉREZ

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