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Reportaje:

'Herminator' es humano

El esquiador austriaco Hermann Maier se perderá los JJ OO al no recobrar su pierna

Tenía que ser en Kitzbühel, en la estación austriaca más prestigiosa del esquí alpino, escala de lujo este fin de semana de la Copa del Mundo. Allí, donde Hermann Maier, la gran estrella de la nieve de los últimos años, también logró una de sus grandes hazañas al vencer en su descenso (Kandahar), anunció ayer que no prolonga su reto de participar en los Juegos Olímpicos de Invierno de Salt Lake City. Tras las pruebas hechas hasta ahora con su pierna derecha casi amputada por un accidente de moto el 24 de agosto, se ha rendido a la evidencia. No está para la alta competición. No ha podido seguir soñando con el milagro de una recuperación asombrosa que sólo una fuerza de la naturaleza física y mental como él podía siquiera plantearse en cinco meses. Herminator es humano. Las fracturas están soldadas, incluso tiene fuerza muscular en la pierna, pero aún arrastra cierta insensibilidad nerviosa. Le falta tiempo. Barajó probarse en el gigante de Saint Moritz (Suiza) el 3 de febrero, la última etapa del circuito antes de la cita olímpica, pero ni eso hará.

El gran dominador de las cuatro últimas campañas del esquí alpino, triple ganador de la Copa del Mundo, con triunfos parciales repetidos en la última de gigante, supergigante y descenso, más el récord igualado al mítico sueco Ingemmar Stenmark de 13 pruebas ganadas en una temporada, 41 en total, no tiene más remedio que parar, de momento. A sus 29 años, la cita olímpica, quizá la última, le presionaba aún más, pero no podrá reeditar sus dos títulos de Nagano 98 en gigante y supergigante.

A Maier se le atragantaron en el verano preolímpico todos sus éxitos. Fue en una carretera en Radstadt, cerca de Salzburgo. Adelantaba dos automóviles que iban demasiado lentos para sus ansias de velocidad, cuando el primero de ellos, conducido por un alemán de 73 años, giró bruscamente y el impacto con la pierna de Maier fue brutal. Casi el arrancamiento a la altura del tercio medio. No sólo se le produjo una fractura abierta de tibia y peroné, sino que la piel y la carne, los músculos, vasos sanguíneos y nervios se mezclaron, aplastados, con la pintura del coche. Herminator tuvo suerte de que el hospital al que fue trasladado estaba a 200 metros. Podía haber muerto desangrado. Hace unos meses sucedió con otro motorista en las cercanías de Madrid. Aunque consiguió avisar a su empresa, a la que se dirigía, cuando llegaron a auxiliarle era demasiado tarde.

'Fue muy duro', dijo después. 'Me veía la sangre salir a borbotones, los huesos fuera y a la gente que intentaba ayudarme. Algunos me reconocieron. Yo sólo les decía: 'Tengo que salvar mi pierna, la necesito, llévenme a un médico'. Por eso, antesde las siete horas de operación una de sus preguntas a los siete cirujanos que le atendían fue: '¿Podré volver a esquiar?'.

Y pudo. Le tuvieron que poner una varilla de titanio, desde la rodilla hasta el tobillo para que apoyaran la tibia y el peroné. Y también injertos sacados de su brazo izquierdo para rellenar los tejidos perdidos. A los cuatro meses, con una bota especial, volvió a esquiar en su pueblo, Flachau, donde sus padres, monitores, aún dan clases, como a él hace años. Pero de eso a la gran competición había un gran trecho. Ahora se irá al Caribe, al sol, y no verá los Juegos. A finales de febrero volverá a los entrenamientos y a potenciar su pierna. No piensa retirarse. Su siguiente reto, la próxima temporada. Y quizá vuelva a ser Herminator.

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