La televisión quebrada
Este artículo se lo ofrecieron primero a José Vicente Villaescusa, director general de RTVV, y ante su negativa, a alguno de los consejeros de administración del ente elegidos a propuesta del PP. Declinaron el ofrecimiento. No me extraña. ¿Qué va a debatir un director general que califica de éxito su gestión cuando la corporación que dirige hace aguas, cuándo está más acostumbrado a vérselas ante un juez que a dialogar con los que no piensan como él? La Sindicatura de Cuentas le dice que tiene la empresa en quiebra; el comité de redacción le demuestra que se manipula y censura la información; la Audiencia Nacional sentencia que los contratos se hacen por enchufe; Canal 9 es la televisión menos vista del país y en 2001 perdió el 10% de su audiencia pese a apostar por la telebasura. Quien considera que esto es un éxito, no está para debatir nada.
Yo, como miembro del comité de redacción de Canal 9 y trabajador público, sí me veo en la obligación de explicar mi punto de vista: Canal 9 es un inmenso fraude democrático, gestionado por directivos incompetentes que deciden en contra de los intereses generales a sabiendas, y realizado por un colectivo de trabajadores entre la perplejidad y el autismo sin que esto nos exonere de responsabilidad. Decía Dante que los primeros que debían ir al infierno eran los neutrales. Usted que lee este artículo, ¿cuántas veces acude a Canal 9 para informarse? Pocas, seguro. Canal 9 no informa. Informar es dar los referentes necesarios para poder ejercer de ciudadanos en democracia. Información, decía el analista del The Washington Post, Howard Kuntz, es 'explicar aquello que el poder no quiere que se sepa, el resto es propaganda'. En ella estamos nosotros. ¿Cómo se entiende que Canal 9 jamás haya hecho una noticia donde se detecte un error del President de la Generalitat? ¿No lo habrá tenido? Seguramente esas noticias no habrán encontrado sitio en unos informativos que se ocupan de los hechos más superficiales y menos conflictivos. Es imposible que una sociedad democrática del siglo XXI pueda sentirse reflejada en unos noticiarios tan simplistas como los de Canal 9. Si la sociedad es compleja, tendente a la atomización de los focos de poder y decisión, y a la pugna por mantener áreas fuertes de influencia, los informativos deberían ser igual de plurales y complejos. Limitarse a las versiones oficiales y a los temas de consenso es falsear la realidad: Engañar; defraudar; mentir. John Irving en su libro La cuarta mano, burlándose de una cadena comercial sensacionalista le hace decir al protagonista de la novela que 'la muerte y el mal tiempo son lo que mejor se les da a los informativos de televisión'. Ese es el pie de la foto de Canal 9. En este diario, Francesc de Paula Burguera resumía la situación preguntándose si Villaescusa y Zaplana están en sus cabales. Si no lo están, malo; si lo están, peor.
