_
_
_
_
_

El Museum Cemento Rezola revisa con una muestra la obra de Peña Ganchegui

El arquitecto critica que haya costado apreciar el 'cemento como algo estéticamente válido'

El País

Al arquitecto Luis Peña Ganchegui (Oñati, 1926) no le agradan en exceso los reconocimientos. 'Es más, no me gustan demasiado', dijo, tras la inauguración de una exposición antológica con la que el Museum Cemento Rezola de San Sebastián difunde la dimensión de su obra. Por eso, no habló ayer de sí mismo; se limitó a resaltar el significado de la existencia de la sala que él rehabilitó y a glosar la importancia del cemento como material básico de la construcción moderna. 'A la gente le ha costado mucho ver el cemento como algo estéticamente válido', recalcó.

Luis Peña Ganchegui, un nombre de referencia obligada de la arquitectura vasca, protagonizó el acto de inauguración de la muestra, que permanecerá abierta al público hasta el próximo 31 de marzo. La muestra resume a través de textos, fotografías, proyecciones y maquetas su aportación a la arquitectura y su obsesión por primar lo humano a lo formal en su obra.

En la sala pueden verse algunos de sus trabajos más emblemáticos, desde la plaza de la Trinidad de San Sebastián, en la que convierte el vacío en el protagonista del espacio urbano, hasta su propuesta con la que ensalza en esta misma ciudad el Peine del Viento del escultor Eduardo Chillida. 'Entendí que debía hacer un preámbulo a las esculturas en un lugar que es principio y fin de la ciudad... como un símbolo de la ciudad y de la naturaleza', afirma en uno de los textos explicativos del proyecto.

Junto a ellos figuran multitud de edificios de viviendas, como las de Aizetzu de Mutriku o las de Mirachoncha en San Sebastián; la lonja de pescado de Bermeo, la casa de cultura Aranburu de Tolosa o varios proyectos que nunca se materializarán. Entre éstos últimos se hallan dos propuestas para el espacio que ahora ocupan los cubos de Moneo o para la Filmoteca Vasca, proyecto que finalmente ganó Joaquín Montero.

Peña Ganchegui no mencionó ninguno de ellos. Se limitó a destacar la importancia de la existencia del Museum Cemento Rezola. 'Tiene un significado mayor de lo que la gente cree', apuntó. 'Significa que el País Vasco cogió el tren de la modernidad en Europa, porque el cemento es un elemento sustantivo de la arquitectura moderna, como choque con cierta arquitectura académica, de piedra', señaló. A su juicio, 'con el cemento, con el hormigón armado, ha pasado lo mismo que con ciertos aspectos del arte contemporáneo: que no ha sido entendido ni valorado'.

El arquitecto guipuzcoano estuvo arropado por la consejera de Cultura, Miren Azkarate, y el presidente del Colegio de Arquitectos Vasco-Navarro en Guipúzcoa, Antón Pagola, quien glosó su figura: 'Es un arquitecto comprometido con la realidad de su entorno, no tanto preocupado por la obra singular cuanto por la aportación que el conjunto de su experiencia significa para la arquitectura y los arquitectos vascos, no única pero principalmente'. Pagola dijo haber aprendido de él a 'primar cuestiones humanas frente a las formales'. ¿Se reconoce en esa dimensión humana? 'Sí, más o menos', respondió Ganchegui.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_