Brahms, ayer, hoy y mañana
Lo cierto es que el genio de Brahms y su actitud "progresiva", al decir de Schönberg, forman el repertorio más amado por la filarmonía mundial. Y si suena en una formación como la vienesa y con un maestro como Seiji Ozawa, entre japonés, europeo y americano por formación y hábitos, queda garantizada la categoría de las versiones, cualquiera que sea la última idoneidad que, a juicio de cada cual, posea para estos mensajes íntimos, melancólicos sin llanto pero con infinita tristeza, o gallardamente heroicos. El piano de Brahms es un formidable capítulo en la biografía del instrumento más querido y practicado y el intérprete de ahora, el vienés Stefan Vladar, posee una técnica dominadora, un sonido capaz de desafiar al de los filarmónicos y una lógica expositiva que sin entregarse a lo espectacular tampoco lo desdeña. Un gran concierto, rubricado por algunas páginas de los célebres fin de año en la capital austriaca. Y una nueva ocasión para ovacionar a uno de los buques insignia del sinfonismo europeo: ciento cincuenta y nueve años lo contemplan.