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Cuatro periodistas, desaparecidos en Afganistán tras ser tiroteado su convoy

Julio Fuentes, enviado de 'El Mundo', se halla entre los informadores que fueron asaltados

Guillermo Altares

Cuatro periodistas, uno de ellos el enviado especial del diario El Mundo, Julio Fuentes, así como un intérprete afgano, permanecían anoche desaparecidos en la zona de Jalalabad, al este de Afganistán, y diferentes versiones indicaban que fueron asesinados a tiros en la cuneta de la carretera cuando se dirigían desde esa ciudad hacia Kabul. En la medianoche de ayer (nueve de la noche, hora peninsular española), nadie había visto los cuerpos. Pero los informadores no habían dado señales de vida ayer y existían pocas esperanzas de encontrarlos con vida. Los autores del asalto podrían haber sido bandidos o grupos de talibanes incontrolados. El gobernador de Jalalabad dijo que podrían estar vivos.

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Los informadores (una corresponsal del diario italiano El Corriere de la Sera, María Grazia Cutuli; el enviado de El Mundo; y dos periodistas de la agencia británica Reuters, el australiano Harry Burton y el afgano Azizullah Haidari) formaban parte de un convoy, formado por unos 20 coches, que viajaba sin escolta militar y que salió desde Jalalabad hacia Kabul en torno a la nueve de la mañana (hora local). Según relataron testigos de los hechos al periodista de TV-3 Eduard Sanjuan, que formaba parte de la expedición, los periodistas fueron detenidos por seis hombres armados, que les pidieron que se bajasen del coche, con el pretexto de que había combates un poco más adelante, cerca de la localidad de Puli-es-the-Kam, 90 kilómetros al este de Kabul. En pocos minutos empezaron a tirarles piedras e inmediatamente después los ametrallaron, según algunas versiones. Sanjuan logró darse la vuelta después de que un conductor dijese que los talibanes estaban matando a los periodistas, pero no vio los cuerpos.

Esta versión no ha podido ser confirmada de forma independiente, ya que nadie ha identificado los cuerpos. Un coche de la Cruz Roja, acompañado por dos fotógrafos estadounidenses, intentó acceder anoche a la zona, pero militares de la Alianza del Norte les obligaron a retroceder ya que dijeron que había combates en los alrededores. El nuevo Gobierno de Afganistán ha enviado unos 200 soldados a la zona, desde ambas ciudades, para intentar llegar hasta los cuerpos. Pero en la medianoche de ayer no habían dado ninguna confirmación oficial.

Los representantes de Naciones Unidas en Afganistán tampoco han podido confirmar la noticia, aunque, como todo el mundo, temen lo peor. 'Una de nuestras principales misiones en este país es ayudar lo máximo posible a garantizar la libre circulación de personas y la libertad de prensa', aseguró Eric Falt, portavoz de la ONU en Kabul.

Un periodista griego, Nikolas Vafiadis, de Antena TV, recorrió el mismo camino 30 minutos después que el resto del convoy porque salió tarde de Jalalabad, desde donde han estado llegando periodistas toda la semana hasta Kabul. 'Cuando estábamos cerca del lugar donde han desaparecido nuestros compañeros', relató el informador griego, 'la gente nos dijo que nos diésemos la vuelta porque los talibanes estaban matando periodistas. No hicimos caso porque creíamos que era sólo un rumor, pero un poco más adelante, tres jóvenes armados nos detuvieron y empezaron a registrarnos mientras nos encañonaban. De repente, algo les hizo huir a toda prisa', comentó Vafiadis ante un grupo de periodistas poco después de llegar al Hotel Intercontinental de Kabul. El informador griego aseguró que no vio cuerpos en la cuneta.

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Pero es un hecho que ni Julio Fuentes ni ninguno de los otros tres periodistas llamaron a sus respectivos medios de comunicación desde que ocurrieron los hechos, sobre las 11 de la mañana, y el desconcierto se ha convertido en algo muy parecido al pesimismo absoluto. Pero el misterio en torno a los autores de lo que parece un asesinato a sangre fría permanece. Según Vafiadis, los hombres que lo detuvieron a él llevaban pakules, el típico gorro afgano que los talibanes detestan y en esa misma carretera fueron desvalijados un grupo de periodistas franceses hace dos días.

Entre los periodistas en Kabul se esperaba ayer que a lo largo del día de hoy fuera posible acceder a la zona de los incidentes. Carretera utilizada por informadores en los últimos días, la ruta entre Jalalabad y Kabul se ha convertido en tierra de nadie.

Sin embargo, una cosa es un robo en un país donde hasta los niños llevan kalashnikov y otra muy diferente un asesinato. El rápido avance de la Alianza no ha podido hacer que los talibanes desaparezcan simplemente del mapa y es muy posible que haya grupos incontrolados por algunas zonas, sobre todo en el sur del país. Todos los indicios señalan que, fuera de las ciudades conquistadas, la Alianza del Norte no tiene un control real de Afganistán.

A pesar del pesimismo que reinaba ayer entre los periodistas destinados en Kabul, el gobernador de Jalalabad, Haji Abdul Kadir, manifestó anoche que los cuatro informadores y el intérprete, que se dan por desaparecidos podían hallarse vivos.

Otros tres periodistas, dos franceses y un alemán, murieron la semana pasada en Dashti Khalá, en el norte del país, cuando avanzaban con las tropas de la Alianza del Norte. Si se confirmase la noticia de ayer, siete periodistas muertos en una semana es un balance muy alto.

Mujeres y niños afganos lloran la muerte de uno de los 27 soldados de la Alianza encontrados en una fosa común, junto al aeropuerto militar de Shindand.
Mujeres y niños afganos lloran la muerte de uno de los 27 soldados de la Alianza encontrados en una fosa común, junto al aeropuerto militar de Shindand.EPA

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Sobre la firma

Guillermo Altares
Es redactor jefe de Cultura en EL PAÍS. Ha pasado por las secciones de Internacional, Reportajes e Ideas, viajado como enviado especial a numerosos países –entre ellos Afganistán, Irak y Líbano– y formado parte del equipo de editorialistas. Es autor de ‘Una lección olvidada’, que recibió el premio al mejor ensayo de las librerías de Madrid.

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