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Turquía enviará tropas a Afganistán a petición de Washington

El Gobierno de Ankara acepta una petición de EE UU y envía instructores a la Alianza del Norte

Enric González

Turquía entra también en la guerra de Afganistán. El Gobierno turco ha aceptado una petición de EE UU y aportará a la Alianza del Norte varias decenas de soldados de élite, que ejercerán como instructores y asesores. La pequeña pero significativa aportación del único país musulmán de la OTAN coincide con la escalada de los bombardeos contra los talibanes que se oponen a la Alianza en el noreste. El Pentágono anunció ayer que estaba usando bombarderos B-52 y bombas de gran tamaño para destruir las posiciones talibanes. Las bombas que EE UU lanza contra los talibanes no tienen nada de inteligentes. Son armas de 500 kilos que destruyen fortificaciones y cuevas subterráneas, y cuya onda expansiva llega hasta un kilómetro de distancia.

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Esas mismas bombas, utilizadas previamente (en mucho menor número) en ataques contra las periferias de las ciudades de Kabul y Kandahar, causaron cierta cantidad, imposible de concretar, de víctimas civiles. Tras varios errores, se decidió prescindir de ellas o usarlas de forma muy concreta.

El portavoz del Pentágono, contralmirante John Stufflebeem, admitió que ya no se estaba tomando ninguna cautela ni 'precisión quirúrgica' en las acciones encaminadas a hundir un frente esencial para la defensa talibán de dos ciudades de gran importancia militar: Mazar-i-Sharif, una encrucijada estratégica, y Kabul, la capital. El 80% de las acciones aéreas estadounidenses se concentra estos días en ese frente, sobre el que ayer se alzaban altas columnas de humo y polvo causadas por las bombas. El portavoz dijo que se estaba 'allanando el terreno' sin miramientos.

El contralmirante Stufflebeem aseguró que las líneas de comunicación entre los jefes militares talibanes habían dejado de funcionar y que sus sistemas de espionaje habían detectado 'intentos infructuosos' de varios mandos que no lograban entrar en contacto con el máximo dirigente del régimen religioso-guerrillero, el mulá Mohamed Omar.

La falta de información no es, sin embargo, un problema exclusivo de los talibanes. De forma extraoficial, fuentes militares estadounidenses reconocen que la campaña aérea está durando más de la cuenta, porque el Pentágono carece de datos sobre la situación exacta en el interior de Afganistán, y que ésa es también la razón de que no se haya lanzado ahora más que una, y poco más que simbólica, acción de tropas de tierra contra objetivos talibanes.

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Para el Pentágono, todo pasa ahora por facilitar las cosas a los guerrilleros de la Alianza del Norte. Por un lado, trata de acabar con el Ejército talibán que desde hace meses bloquea a la Alianza del Norte en una esquina del país. Por otro, trata de reforzar al máximo a unos guerrilleros poco numerosos y mal abastecidos. A la presencia de soldados de élite estadounidenses en el territorio de la Alianza, confirmada el martes, y al envío de las municiones reclamadas por los jefes guerrilleros se sumará pronto la colaboración de instructores turcos. La aportación militar de Turquía, aún no confirmada oficialmente en Ankara o Washington, consistirá en unos 50 soldados de élite, según la televisión turca NTV. El teniente coronel Lapan, uno de los portavoces del Pentágono, se limitó a comentar: 'La colaboración de un país aliado es siempre bienvenida'.

El Parlamento turco autorizó al Gobierno, el pasado 10 de octubre, a enviar tropas al extranjero y a acoger en territorio propio fuerzas extranjeras, dentro de la Operación Libertad Duradera lanzada por Estados Unidos. La participación turca en Afganistán aportará una cierta credibilidad a la campaña dentro del mundo musulmán, ya que colocará una bandera con la media luna junto a las banderas estadounidense y británica, pero deberá ejercerse con la máxima cautela para no irritar a Irán. La guerra afgana es un juego de equilibrios y las dos grandes potencias regionales, Turquía e Irán, se disputan la influencia en la franja de las antiguas repúblicas musulmanas de la URSS, contiguas a Afganistán.

Dentro de ese juego de equilibrios, el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, emprenderá el viernes un viaje a Moscú y a 'varias capitales centroasiáticas aún por determinar', según su portavoz, Victoria Clarke. La portavoz indicó que el viaje tenía como objetivo hablar sobre la guerra y la cooperación antiterrorista con los dirigentes rusos y centroasiáticos, y seguir preparando con el ministro de Defensa de Rusia, Serguéi Ivanov, la cumbre que celebrarán este mes los presidentes George W. Bush y Vladímir Putin. La cumbre se centrará en la abolición del tratado ABM sobre no proliferación de armas nucleares, que Washington plantea a Moscú como paso necesario para el desarrollo de un 'escudo antimisiles' sobre territorio estadounidense. Putin parece dispuesto a negociar sobre ambas cuestiones y se espera que en la cumbre se anuncie un acuerdo.

[Dentro de los esfuerzos diplomáticos occidentales en la zona del conflicto, el ministro de Exteriores de Francia, Hubert Védrine, mantendrá hoy reuniones con dirigentes de India. La situación que se vive en Afganistán y la movilización internacional contra el terrorismo centrarán las conversaciones del ministro francés].

Habitantes de Kandahar, al sur de Afganistán, remueven los escombros de un edificio destruido, según sus testimonios, por las bombas estadounidenses.
Habitantes de Kandahar, al sur de Afganistán, remueven los escombros de un edificio destruido, según sus testimonios, por las bombas estadounidenses.REUTERS

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