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Columna
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Santana

El futuro de Santana depende de unos cuantos trabajadores. Así de claro. Y también de los sindicatos y de los políticos. Un falso obrerismo e izquierdismo trasnochado pone en peligro la viabilidad de la empresa. Cuando Bruselas da por buenas las ayudas públicas recibidas y se firma un Plan de Acción que garantiza su viabilidad no es posible entender actitudes como las que están protagonizando un reducido grupo de trabajadores.

Falta valentía para decir la verdad. Y los sindicatos y los políticos tienen la obligación de liderar el futuro de Santana. Muchas empresas andaluzas en situación semejante quisieran tener un plan de futuro como el que está encima de la mesa. El consejero Viera lo ha dicho alto. Los andaluces no entenderían que las ayudas fueran mayores, entre otros motivos porque, al menos en la reciente historia, no se conoce que se ofrezcan mejores garantías a quienes les afectan las prejubilaciones o las bajas. Y si no, que se lo pregunten a los trabajadores que fueron de Intelhorce, Hytasa y un sector de los astilleros gaditanos.

Independientemente de los salarios, de las prestaciones sociales y de otra índole que se contemplan en el convenio laboral de Santana que para sí quisieran la mayoría de los trabajadores andaluces, lo cierto es que esta actitud empecinada puede llevar a un callejón sin salida a la empresa porque nadie invierte cuando pende la amenaza de constantes tensiones laborales. La viabilidad de Santana representa que entre todos los andaluces deberemos aportar 40.000 millones de pesetas, pues esos dineros saldrán de los presupuestos de la Junta. El mínimo ejercicio de responsabilidad que se debe suponer a quienes tienen la obligación de buscar el futuro de Santana pasa por adoptar actitudes valientes, claras y contundentes para explicar al pueblo de Linares y a los andaluces en general lo que está pasando y por qué el esfuerzo de salvar Santana, con sus luces y sus sombras, no encuentra en su camino la sensatez suficiente para lo que en realidad importa: mantener la empresa y hacerla viable, algo que ya firmaron empresa y sindicatos. Si algún día me llegara la prejubilación yo quiero la de Santana: compensaciones para igualar el salario durante al menos 17 años.

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