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Reportaje:

Regreso a la 'Kasa de la Muntanya'

Los 'okupas' vuelven a la masía de Gràcia en la que viven desde 1989

La Kasa de la Muntanya, situada en el barrio barcelonés de Gràcia, vuelve a estar ocupada. Apenas una hora y media después de que la policía se marchara y realizara 14 detenciones, decenas de jóvenes volvieron el martes a esa gran masía situada al pie del parque Güell y que hasta finales de la década de los setenta había sido casa cuartel de la Guardia Civil.

'Esta casa es un referente para el movimiento okupa, no sólo en Barcelona, sino de toda España', asegura Miguel, uno de sus habitantes. Y a renglón seguido recuerda que ayer no paró el teléfono y que se están organizando autocares en varias ciudades españolas en señal de apoyo. Hasta de Inglaterra, recuerda Miguel, se recibieron llamadas de solidaridad, después de que se difundiera la noticia en Internet.

Él entró cuando tenía 18 años, en noviembre de 1989, y ahí sigue. Trabaja en una pequeña discográfica y tiene unos ingresos que le permitirían pagar un alquiler, pero afirma que la okupación es su opción de vida. 'Estamos en contra de la especulación del suelo y reclamamos una vivienda digna para todo el mundo', asegura. Ese argumento es el mismo que comparten cerca de un millar de jóvenes que ocupan 72 casas en Barcelona y su área metropolitana. A principios de año habían 90, pero en estos siete meses se han practicado 30 desalojos y otras 12 ocupaciones. La última, ayer mismo. Sólo en tres casos de esta treintena de desalojos, afirman los okupas, se han producido actos violentos.

Ninguno de ellos tan duro como el de la Kasa de la Muntanya, cuya propiedad se atribuyen los propios okupas, la familia de aristócratas Güell y el Ministerio de Hacienda. Los tribunales tramitan desde hace cuatro años tres pleitos cruzados entre todas las partes. Hasta 1997 nadie se había interesado por la casa y los okupas estuvieron viviendo allí sin ningún problema, pero fue a raíz de un reportaje periodístico cuando el ministerio reclamó la propiedad de la masía. Curiosamente, en la Kasa de la Muntanya tienen su domicilio fiscal diversas asociaciones creadas por los jóvenes y que facturan IVA todos los años y a las que Hacienda devuelve dinero tras la liquidación correspondiente. Esta casa es un ejemplo atípico porque sus ocupantes tienen suscritos también los habituales contratos de suministro con las compañías de agua, luz, teléfono y hasta televisión de pago.

En estos años ha vivido en la casa un grupo de entre 20 y 25 personas. Casi todos rondan o pasan de la treintena, tienen un trabajo estable y hay incluso una pareja con una hija de 10 años que acude al colegio que hay frente a la casa. Miguel afirma que muchos niños de esa escuela van a la masía para celebrar sus fiestas de cumpleaños, pues entre las actividades que se organizan por las tardes hay un taller de acrobacia.

El lado bueno del sistema

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'Tenemos claro que no estamos en el lado bueno del sistema, pero nos da igual', explica Miguel de forma pausada. Él asegura que no cree en la violencia, pero admite: 'Si para defender nuestra casa y defendernos de la policía hemos de emplear la violencia, pues la empleamos, pero yo creo que eso no es violencia, sino que debe llamarse autodefensa'.

La Delegación del Gobierno en Cataluña, sin embargo, sostiene desde hace meses que una parte del movimiento okupa de Barcelona practica la violencia callejera de manera sistemática y guarda estrechas relaciones los movimientos de la kale borroka del País Vasco. 'Eso no es cierto. Nosotros creemos en las estructuras horizontales, y el movimiento abertzale tiene unas claras estructuras verticales', precisa Miguel.

Sin embargo, el pasado mes de enero fue detenido el portavoz de los okupas de Terrassa, Zígor Larredonda, como colaborador del comando Barcelona de ETA. Desde entonces los okupas sostienen que es inocente y todo es un montaje policial, pero lo cierto es que Larredonda sigue en prisión con cargos muy graves. Larredonda tiene como abogado a Francesc Arnau, un defensor habitual de la causa okupa y al que sus clientes reconocen que 'se le puede llamar a cualquier hora porque siempre está al pie del cañón'.

Entre quienes creen en la inocencia de Larredonda está Albert Martínez, uno de los portavoces de la Asamblea del Movimiento Okupa de Barcelona. 'La detención de Zígor nos hizo un flaco favor, pero sigo creyendo, porque le conozco y porque hablé con él antes de que se entregara en la Audiencia Nacional, que las acusaciones contra él son falsas', afirma.

Martínez tiene 26 años y es okupa desde los 21. Lleva 18 meses en una casa del barrio de Sant Andreu cuya dirección no quiere desvelar por seguridad. Hace un tiempo, cuando estaba en Sants, un grupo de ultras lanzó varios cócteles mólotov a la casa. 'Cometí la ingenuidad de ir a a la comisaría a denunciar los hechos y la policía no hizo nada porque para ellos somos sus enemigos'.

Albert Martínez explica que la okupación tiene múltiples ideologías -anarquismo, comunismo e independentismo-, pero que cada vez emergen más jóvenes al margen de estas ideas clásicas y se sienten más identificados, por ejemplo, con los colectivos antiglobalización.

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