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Aznar y Bush se proponen una cooperación estrecha para dar estabilidad a América Latina

La visita del presidente de EE UU a España no se traducirá en acuerdos bilaterales concretos

Habrá, eso sí, un comunicado final, y fuentes gubernamentales españolas anuncian que se crearán 'grupos de trabajo sectoriales a nivel de subsecretarios y directores generales' para lograr consecuencias concretas de la declaración de intenciones de incrementar sus relaciones bilaterales que los dos países firmaron el pasado mes de enero.

Pero, de momento, habrá que seguir esperando, porque Bush no viene preparado, según se ha dicho en medios de su país, para dar una respuesta a la petición española de que el Convenio de Defensa, en cuya negociación Madrid sigue detectando cuatro problemas irrenunciables, esté listo para ser firmado antes de que termine el año. Ni podrá dar satisfacción a la demanda española de que la flota norteamericana utilice los Astilleros de Cádiz, porque el tema sigue bajo estudio en distintos ministerios de Washington. No se prevén tampoco novedades para los deseos de España de cooperar a la difusión de su lengua en EE UU.

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Fuentes del Gobierno español estiman, no obstante, que 'sería injusto decir que la declaración de enero no da resultados'. 'Esta Administración estadounidense lleva sólo cuatro meses y las relaciones con España no son la máxima prioridad de su política exterior. Hay que fijarse en lo que están tardando, por ejemplo, en situarse en Oriente Próximo', añaden las mismas fuentes.

El conflicto israelo-palestino es, en cambio, tema importante de una agenda que fuentes estadounidenses estiman centrada 'sobre todo en cuestiones internacionales', como el Sáhara, el futuro de la defensa europea, las ampliaciones de la UE y la OTAN hacia el Este y, muy especialmente, América Latina.

Aznar y Bush, que sólo se han hablado una vez, por teléfono, el pasado 14 de febrero, cuando el presidente de EE UU llamó al jefe del Gobierno español a Jerusalén para que le informara de las conversaciones que acababa de mantener con los dirigentes israelíes, se desplazarán hasta la finca de Los Quintos de Mora, en Toledo, a fin de conversar durante unas cuatro horas, incluido el almuerzo. Acompañarán a los dirigentes, además de los imprescindibles intérpretes, únicamente los respectivos responsables de Exteriores, Josep Piqué y Collin Powell, y la consejera nacional de Seguridad, Condoleezza Rice, tercera personalidad política del séquito de 670 personas que trae el presidente norteamericano.

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El deseo de 'estabilizar' Latinoamérica ha sido destacado por las dos partes, y fuentes del Gobierno español, aunque sigue fresca la memoria de la guerra en Nicaragua y de la invasión de Panamá, estiman que 'Estados Unidos tiene hoy tanto interés como España en la democratización' de la región.

España se atribuye, sin embargo, una 'sensibilidad especial' que le lleva a disentir, por ejemplo, de las sanciones contra Cuba, a pesar de condenar el régimen de Fidel Castro. El Gobierno español piensa que Bush prorrogará la suspensión de la aplicación de la ley Helms-Burton, que vence el próximo 17 de julio, pero sería conveniente que el propio presidente lo aclare, porque en Washington se expresa insatisfacción con lo que hace Europa para que mejore el respeto a los derechos humanos en la isla.

El Ejecutivo de Aznar mantiene, sin embargo, un perfil bajo en relación con ese problema, que amenaza a grupos económicos como Sol Meliá, del mismo modo que quita hierro al enfoque antiguerrilla que ha adoptado el Plan Colombia. 'No nos gusta, pero no podemos negarnos a luchar contra el narcotráfico', dicen fuentes del Gobierno.

'Los únicos intereses contrapuestos', añaden, 'son los de las empresas que compiten en los mercados'. Aznar, que ha contribuido unilateralmente con 1.000 millones de dólares al plan del FMI en favor de Argentina, espera que Bush confirme su confianza en ese país, donde las empresas españolas son el segundo inversor después de las de EE UU.

El presidente Bush,  en Washington, después de comentar la ejecución de Thimothy McVeigh.
El presidente Bush, en Washington, después de comentar la ejecución de Thimothy McVeigh.ASSOCIATED PRESS

Breve escala en una gira europea

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