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Crónica:FERIA DE SAN ISIDRO | LA LIDIA
Crónica
Texto informativo con interpretación

Torero de casta

Cumplió El Juli en Madrid su enésimo compromiso y volvió a demostrar que es torero de casta. Crece -ya no es un niño- y le habrán cambiado la voz, las hechuras, los gustos, pero sigue teniendo la casta del primer día. Enhorabuena.

La enhorabuena no se da aquí a humo de borrajas (a tontas y a locas se decía en tiempos de las abuelas) sino con toda intención no exenta de gozo, porque casta es lo que necesita la fiesta. Casta en los toros, por supuesto, pero también en los toreros.

Vivimos unos tiempos muy blandengues. Surgen toreros como hongos, se presentan ante un público que quiere elevarlos a un altar, y todo se les va en posturas y en remilgos. Algunos tiene suerte, los dan cancha, entran en las ferias y al final hay que sacarles de ellas pues son incapaces de dar la talla.

Varias / Armillita, Juli, Castaño

Toros: 1º. Arauz de Robles, trapío, manso integral; 2º. Alcurrucén, anovillado, encastado, noble; 3º. Zalduendo, con presencia, flojo, noble; 4º. Campos Peña, bien presentado, flojo, manejable; 5º. Victorino Martín, sin trapío, inválido, aborregado; 6º. Jandilla, inválido, pastueño total. Armillita: pinchazo, media perpendicular y seis descabellos (silencio); cinco pinchazos y estocada caída (algunos pitos). El Juli: estocada corta, rueda de peones -aviso- y cae el toro (oreja con protestas); estocada (ovación y salida al tercio). Javier Castaño: cuatro pinchazos y cuatro descabellos (silencio); estocada trasera ladeada, rueda de peones -aviso- y cae el toro (ovación y saludos). El Rey presenció la corrida en una barrera, acompañado por el veterano diestro Manuel Benítez El Cordobés, y los espadas le brindaron sus primeros toros. Plaza de Las Ventas, 31 de mayo. Corrida de la Prensa (fuera de abono). Lleno.

El Juli es todo lo contario. El Juli es vocación y pasión. El Juli no se deja ganar la pelea por nadie. Y si se la gana -lo que ocurre a veces-, va y se traga la quina e intenta que no ocurra en la siguiente ocasión.

Así estuvo El Juli en la tradicional Corrida de la Prensa: yendo a por todas en todos los tercios y en todas sus intervenciones. Lo del arte, en cambio, es distinto asunto. La disposición para interpretar el arte se la niegan a El Juli muchos aficionados y creen que por ese importante motivo ha de ser desalojado del puesto destacado que ocupa.

Claro que esta opinión, sin duda respetable y de peso, da que pensar. Y uno se pregunta: ¿Dónde están los toreros de arte? Los toreros de arte que levanten la mano.

Había uno en la plaza, sólo que en el tendido y además ya no juega. Era Curro Romero, perdido entre el gentío, sudando la gota gorda -pues hacía tela de calor-, acompañado de su esposa, quien le pasaba los programas, los boletos y los abanicos que le acercaba la afición de alrededor en demanda de autógrafos.

El tendido presentaba ambiente de gala. Allí gente de categoría empezando por el Rey, que ocupó una barrera acompañado por Manuel Benítez El Cordobés quien, por cierto, pasó desapercibido. Se ve que la afición no lo añora.Un ambiente de categoría bajo un clima tórrido que aplanaba el ánimo y perturbaba el sentido. Nada más empezar la función ya estábamos deseando que terminara. Las corridas extraordinarias, como ésta de la Prensa o la que vendrá de Beneficencia, reúnen al todo Madrid que ahora llaman la pomada, mas les falta la salsa característica de la fiesta de toros verdadera.

Así, naufragaba Armillita en un mar de precauciones y no parecía importar ni a la afición ni a nadie. Al veterano Armillita le correspondió el peor lote: un mansazo avisado y un inválido. Y como está de retirada, tiró líneas para cubrir el expediente.

Por el contrario el lote mejor le correspondió a Javier Castaño que estuvo enormemente pundonoroso aunque bajo de calidades interpretativas, inmune a la inspiración, ajeno a la esencia del toreo bueno. Y se le fueron con las orejas puestas sendos toros que se las ofrecían con meridiana claridad.

El lote más chico, para El Juli, no hay derecho. Al anovillado de Alcurrucén le dio pases extraordinarios salteados en una faena valentona de acusados altibajos. Con el chico, inválido y aborregado de Victorino (vaya plasta envió este ganadero), se arrimó como un jabato le buscó las vueltas y lo tumbó de un estoconazo sensacional. También banderilleó El Juli, con vulgaridad manifiesta. E hizo quites de variada factura empleando el aplomo y el virtuosismo que le son habituales.

Así que un respeto a El Juli, su casta torera, su espíritu de superación. Sólo falta que venga con mejores toros, que no se amanere, que no esté obsesionado con José Tomás. Pues en muchos trances -cites juntas las zapatillas, ostentosas verticalidades- quería parecerse a José Tomás. Y no se podría parecer ni de lejos. Para empezar, José Tomás es alto y delgado como su madre, mientras El Juli tira a chaparrete. Y ya lo tiene dicho la sabiduría popular: aleluya aleluya, cada cual con la suya.

El Rey y Manuel Benítez, El Cordobés (a su derecha), en la plaza de Las Ventas.
El Rey y Manuel Benítez, El Cordobés (a su derecha), en la plaza de Las Ventas.RICARDO GUTIÉRREZ
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