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Una red introdujo en España a 150 mujeres inmigrantes irregulares para prostituirlas

El periplo hasta Europa comenzaba con la huida del país de origen. Las bandas les llevaban en viajes organizados durante cientos de kilómetros a través de África hasta Marruecos. Cuando llegaban a este país, las embarcaban en pateras para cruzar el Estrecho. Una vez en Madrid, las recluían, bajo una estricta vigilancia, en cuatro pisos, localizados por la policía en Alcorcón (dos), Parla y Móstoles.

El destino final de las africanas estaba en la Casa de Campo madrileña. Algunos miembros de la red las llevaban en furgonetas desde los pisos donde viven hacinadas hasta este gran parque. Las distribuían por zonas y se encargaban de vigilarlas. Cinco nigerianos que vivían en un piso de Parla eran los encargados de controlar a las chicas. Para que no huyeran, les requisaban los documentos y efectos personales que traían mientras ejercían la prostitución en locales alejados de Madrid.

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En algunos casos, la banda tenía esclavizadas a las mujeres como prostitutas durante un par de meses para obtener de ellas un suculento beneficio inmediato en cumplimiento del contrato que les obligaban a firmar. Después, las vendían por dos millones a otras redes de proxenetas. Sus nuevos propietarios heredaban todos los derechos sobre estas esclavas sexuales. Ahora la deuda la tenían con los nuevos proxenetas y es a ellos a quienes debían cederles el dinero que sacaban en los servicios sexuales.

Sus compradores se las llevaban a clubes de alterne de otras provincias como Barcelona y Palma de Mallorca. La red desmatelada también exportaba a otros países como Holanda, Bélgica y Reino Unido.

Dos mujeres -Iveve O., nigeriana de 22 años, y Jane Mercy P., ruandesa de 29- eran las encargadas de la venta de las mujeres y su distribución en otros mercados, según la Dirección General de la Policía.

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La Unidad Central de Extranjeros ha detenido en las localidades de Alcorcón, Móstoles y Parla a una veintena de africanos, cinco mujeres y el resto hombres, como supuestos miembros de la banda. 14 de los detenidos son nigerianos, dos de Sierra Leona, uno de Ruanda, otro de Liberia, otro de Costa de Marfil y uno de Gran Bretaña (un supuesto intermediario de la banda para efectuar ventas en el extranjero).

Los agentes de Extranjería comenzaron a investigar hace cuatro meses cuando comprobaron la existencia en Madrid de redes de explotación de mujeres subsaharianas. Pudieron comprobar que, además, los miembros de la banda se dedicaban a otros negocios fraudulentos como la falsificación de tarjetas de crédito y numerosas estafas mediante pagarés falsos. Uno de los nigerianos detenidos figuraba como administrador único de una empresa fantasma, cuyo objeto social era la exportación de todo tipo de materiales, pero que no ejercía actividad alguna y que, en realidad, era una tapadera para otras actividades ilícitas, como el uso de tarjetas de crédito falsas.

La red falsificaba tarjetas de bancos extranjeros y las falsificaban con un duplicado de la banda magnética. Con ellas compraban objetos que enviaban a Nigeria o Liberia para su venta.

El negocio de las tarjetas falsas permitía a los miembros de la red un alto nivel de vida. Alquilaban vehículos de lujo y se hospedaban en buenos hoteles, gastos que cargaban a cuenta de los verdaderos titulares de las tarjetas.

Además, la red llevaba a cabo numerosas estafas mediante el uso de pagarés falsos. Simulaban que poseían grandes sumas de dinero en Nigeria que necesitaban invertir y buscaban colaboradores para ello. Cuando los encontraban, ingresaban los pagarés en un banco, que les extendía un resguardo válido hasta que la entidad financiera realizaba las oportunas comprobaciones. Las víctimas del timo de los pagarés falsos ingresaban el dinero en las cuentas que les decían los nigerianos y éstos las vaciaban. La policía ha intervenido varios de estos pagarés ya confeccionados, uno de ellos por valor de 7.200.000 pesetas.

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