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Columna
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Querida violencia

¿Es la violencia una enfermedad? ¿Son los sujetos violentos seres enfermos? Según las revistas científicas, la violencia viene dada por un cúmulo de factores: un estado de ánimo, una enfermedad mental, una conducta aprendida, una estrategia evolutiva de supervivencia, el resultado de una disfunción neuroquímica, un proceso hereditario impuesto por los genes, e incluso un error. En todo caso, es un misterio por qué en el siglo XX la violencia se ha disparado hasta límites insospechados. Según todos los indicios, el siglo veinte ha sido el más violento en la historia de la humanidad. Esto se traduce en guerras y en número de muertos, los cuales nos hacen presuponer que en el siglo XXI nada de esto va a cambiar mucho.

Atrás quedan teorías inocentes que explicaban que el consumo de carne roja conducía a un aumento de los impulsos agresivos humanos. Tenemos casos de violencia para todos los gustos, desde la violencia ideológica hasta el deporte, pasando por la violencia doméstica. Algunos consideran las guerras inevitables, consecuencia de la introducción de la agricultura y el sedentarismo en la organización humana. Pero, ¿explica esto acaso que los conflictos humanos sólo tengan, en la mayoría de las ocasiones, una solución violenta? Ni las filosofías ni las religiones han logrado extirpar la violencia del comportamiento humano.

Lo preocupante de este tema es que el hombre es un animal especializado en matar. La invención de nuevas armas, su producción y su tráfico nos hacen pensar que el del armamento es un negocio boyante y que , como tal, necesita de los conflictos armados para prosperar. Pero tras este tráfico se encuentran hombres, incitadores de la violencia, que se escudan en la defensa a la hora de promocionar sus tristes productos a la venta. El argumento es defenderse de cualquier amenaza, pero la realidad es que las amenazas surgen de grupos igualmente armados por el mismo tipo de hombres.

De todas formas, la violencia física no es la única violencia posible. También existe el maltrato psicológico, del que podría derivarse la violencia física. Pero ambas manifestaciones de la violencia han hecho pensar a muchos que este es un problema clínico. Si hacemos un repaso a las noticias de los periódicos nos encontramos con un rosario de actos violentos, algunos absurdos, que nos llevan inevitablemente a pensar que el siglo XXI va a ser un terreno abonado para la violencia de todo tipo. Por eso la ciencia busca las causas del comportamiento violento. Los neurólogos, psicólogos, biólogos y sociólogos son algunos de los científicos preocupados por estos temas. Para ello utilizan modelos animales que imitan a la perfección a sus referentes humanos.

Pero esto no es suficiente. Ahora se buscan claves químicas en el cerebro humano, y parece ser que la más importante es la serotonina. Cuanto menos serotonina hay en un cerebro, aumenta la agresividad. También se ha hablado de una violencia genética heredada. Estudios con gemelos han hecho llegar a la conclusión de que existe un componente hereditario en la violencia. Otros opinan que la clave de la violencia humana está en el estudio de una zona del cerebro, más concretamente en el córtex prefrontal. Hombres pacíficos se convirtieron en violentos después de sufrir un accidente que les dañó el citado córtex.

Pero una solución médica para prevenir los comportamientos agresivos es tarea poco probable, casi de ciencia ficción. Delante de nuestros aparatos de televisión podemos observar, cada día, como la violencia ha sido magnificada por la cultura occidental. La imagen del viejo cow boy utilizando sus puños o apuntando con su arma ha sido nuestro referente desde la niñez.

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¿Es la agresividad una virtud en el mundo civilizado?. De momento la violencia no se considera una enfermedad. A pesar de todo lo sucedido en el siglo XX, la violencia continúa siendo, para muchos, una de las máximas expresiones del valor y el coraje humanos. E incluso, por paradójico que parezca, la única vía posible hacia la paz.

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