_
_
_
_
_
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Opiniones

Citando la opinión de Aristóteles, el Arcipreste de Hita opinó en el medievo (Libro de buen amor) que el hombre trabaja por dos cosas en este mundo, comer y holgar con hembra placentera. Yo, desde mi columna en el siglo XXI actual, opino que la mujer también trabaja por comer y holgar con macho placentero, si bien dichas opiniones se enfrentan con la del Papa, que come pero no huelga ni deja holgar a los curas y monjas de la cristiandad.

Es posible que la privación de holgorio beneficie el cuerpo y tranquilice el alma, porque de obispo para arriba, los clérigos tienen un aspecto saludable de abuelos entrados en carnes. Como nunca voy a misa, me encanta verlos en los medios de comunicación, bendiciendo quioscos u opinando animadamente de arriba con sus amigos de abajo. Cuando sea viejo -si es que llego, pues holgar desgasta-, me gustaría ser gordo también, qué mejor prueba de una existencia feliz.

Sin ánimo de ofender, opino que la Iglesia se ha excedido en las opiniones reglamentarias de la holganza: ni en solitario le permite a uno acordarse de Marilyn. Además, el clero opinó siempre que holgar por el mero gusto de holgar era digno del infierno. Sin embargo, hay nuevas opiniones en el horizonte: Juan Antonio Reig, obispo de Segorbe-Castellón, acaba de opinar que la Iglesia católica permite a la monjas misioneras que ejercen su apostolado en países en guerra el uso de la píldora como método de defensa ante posibles violaciones, pero no con fines contraceptivos.

Yo opino que ese extraño significado de las palabras 'defensa' y 'fin' parece una boutade surrealista, pues, en mi humilde opinión, ni la píldora es revólver, cinturón de castidad ni tapón de corcho, ni el fin ontológico de su existencia es otro que contraceptivo: evitar el embarazo. Opinado lo cual, por mucho que la opinión del obispo me parezca metida con calzador, la aplaudo y no la critico, porque los donde dije digo digo diego suelen ser cambios de opinión difíciles de justificar (y si no, que le pregunten a Javier Solana por sus diversas opiniones sobre la OTAN).

La opinión de Reig vale su peso en oro y da fe de un extraordinario progreso opinador por parte de Roma, que hasta ahora había opinado en contra de esta parcela de libertad que nuestras compañeras de vida conquistaron hace unos cincuenta años. Por algo se empieza y, de la misma manera que ayer la Iglesia opinaba contra Galileo y hoy opina a favor, quién sabe si mañana opinará que la píldora es buena y pedirá perdón al sexo femenino. Resumiendo: puesto que estamos de acuerdo en la opinión de que una monja no tiene por qué desear embarazos contra su voluntad y es ético que los prevenga tomando la píldora, la mujer seglar y católica que tampoco los desee debería de gozar del mismo privilegio sin que nadie la señale con el anatema de la moral. Negar tal evidencia se llama discriminación.

¿Discriminación? El cielo me libre de opinar que los obispos pretenden cometer tamaño pecado mortal, ya que conocen bien los evangelios y tienen muy en mente que se les podría aplicar la opinión del narrador San Lucas: 'Hipócrita, echa primero fuera de tu ojo la viga y entonces verás bien para sacar la paja que está en el ojo de tu hermano' (6:42). Palabra de Dios, que también opina.

Lo que más afecta es lo que sucede más cerca. Para no perderte nada, suscríbete.
Suscríbete

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_