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PATRIMONIO | LOS TÉCNICOS ABRIERON AYER EL SARCÓFAGO

Los restos de Fresno del Torote son de un nieto del marqués de Santillana

Vicente G. Olaya

Expertos del Ministerio de Cultura y de la Consejería de Educación despejaron ayer algunas de las incógnitas que encerraba desde hacía cinco siglos el sarcófago hallado la semana pasada en la iglesia medieval de Fresno del Torote. Los restos que reposaban en el interior del féretro corresponden, según los técnicos, a Juan Hurtado de Mendoza y Luján, nieto del poeta Íñigo López de Mendoza, marqués de Santillana, que fue segundo señor de Fresno del Torote y que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI.

Los expertos del Instituto de Conservación y Restauración del Patrimonio Histórico, adonde la Comunidad de Madrid había trasladado el féretro para su análisis, desembalaron ayer el sarcófago encontrado durante las obras de restauración de la iglesia. Lo hicieron en presencia de Íñigo de Arteaga -duque del Infantado y descendiente del marqués de Santillana-, de representantes del obispado y de la viceconsejera regional de Patrimonio, Rosa Basante. El sarcófago había sido radiografiado anteriormente con el fin de conocer su contenido. En los próximos días será analizado en un laboratorio con todas las garantías que permitan conservar intactos tanto los restos humanos de su interior como posibles documentos o materiales.

Juan Hurtado de Mendoza y Luján fue el segundo señor de Fresno del Torote. Se casó con María Condelmario, de cuyo matrimonio nacieron tres hijos. Uno de ellos, presumiblemente el tercer señor de Fresno, trasladó los restos de su padre desde la capilla de los Lujanes de San Francisco, en Madrid, hasta la recién terminada capilla de la iglesia de la Asunción, en Fresno. El sarcófago fue guardado en uno de los muros del templo y tapado. De esta manera, y con el paso de los siglos y las reformas que sufrió la iglesia, la pista de los restos se perdió, hasta que hace unos días, durante las obras de restauración y consolidación de la iglesia, los trabajadores hallaron el sarcófago.

Sobre la tapa del féretro se encontró un documento que relataba la vida del fallecido. Se trata de un acta notarial, conocida como la auténtica, que certifica cuál era el contenido de la caja mortuoria. La auténtica estaba sujeta al féretro mediante cuatro sellos de cera. La primera lectura que los técnicos hicieron de ese texto les llevó a pensar que se encontraban ante el sarcófago de Juan Hurtado de Mendoza y Luna, y no de Luján, como posteriormente se ha confirmado, ya que el mal estado del papel les impedía leer correctamente las últimas letras del apellido de los Lujanes.

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Sobre la firma

Vicente G. Olaya
Redactor de EL PAÍS especializado en Arqueología, Patrimonio Cultural e Historia. Ha desarrollado su carrera profesional en Antena 3, RNE, Cadena SER, Onda Madrid y EL PAÍS. Es licenciado en Periodismo por la Universidad CEU-San Pablo.

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