Circo sí, pero sin animales
Los circos que emplean animales esconden una negra realidad bajo una falsa apariencia de colorines y alegría: tigres, caballos, leones, elefantes son obligados a actuar de forma grotesca y ridícula, a comportamientos antinaturales obra del cruel entrenamiento del domador, quien recurre tanto a los latigazos y a la privación de comida como a las descargas eléctricas, hasta conseguir así unos seres sumisos y atemorizados. La reclusión permanente en jaulas y camiones, yendo de feria en feria, causa graves transtornos de ansiedad y depresión en estos pobres animales, que en libertad alcanzan elevadas cotas de vida y en los circos mueren de tristeza apenas tienen 14 ó 15 años.
Los gobiernos deberían velar por el cumplimiento de la ley y prohibir el circo con animales, espectáculo degradante que menoscaba la dignidad del hombre y de las criaturas.