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Reportaje:ALREDEDORES DE LORA DEL RÍO | EXCURSIONES

Una romería de encinas

El cerro donde se alza el santuario de Setefilla está flanqueado por lomas escarpadas insólitas en la campiña

Tereixa Constenla

Casarse con un santero tiene su cruz. La de Visitación Mendoza es cierta añoranza urbana, de gentes y barullos, aunque luego las noches que ha dormido en el pueblo, en Lora del Río (Sevilla), no lograba conciliar el sueño por la sensibilidad con la que su oído percibía ruidos desacostumbrados. Visitación vive en el santuario de la Virgen de Setefilla, a una docena de kilómetros de Lora del Río, desde hace 24 años, cuando se casó con Blas, el santero.

Las noches despejadas pueden ver las luces de Carmona, que tampoco está a un tiro de piedra que se diga, gracias a la privilegiada ubicación de la ermita -un edificio mudéjar del XV reconstruido dos siglos después- que corona un gran cerro. Flanqueado por una sucesión de colinas y montes, poblados de encinas y conejos, el pórtico del santuario guarda la huella de agradecidos fieles y enamorados de los de antes que se juraban amor eterno cincelando corazones sobre losas. Pedro y Rosarito estuvieron allí. Y J. González Carballo también fue el 8 de septiembre de 1970 para esculpir sobre la piedra su rabia ante la pérdida de un amor.

Los mozos de Lora del Río que no perdían la vida en múltiples batallas dejaban patente su alegría en placas de agradecimiento a la Virgen de Setefilla. Ex combatientes en Sidi Ifni en el 58, los de la quinta del 23 que 'volvieron sin daño a sus hogares después de los azares de la guerra' en África y también los sargentos y soldados de la quinta del 46 que salieron ilesos 'de la catástrofe de Cádiz'. La lista de devotos, que proclaman públicamente su gratitud en placas, es múltiple. La romería de la Virgen de Setefilla, que se celebra cada 8 de septiembre, goza de gran arraigo desde que el culto comenzó a extenderse a partir de la Edad Media.

Antes de convertirse en vecina del lugar, Visitación Mendoza había peregrinado hasta el santuario, convertido hoy casi en una prolongación de su hogar. Cerca de la ermita se alzan los restos de un castillo de época incierta y que Blas, el santero, atribuye 'a los musulmanes'. A los pies de las ruinas pastan rebaños de ovejas, entre acacias, álamos y moredas plantados hace pocos años. Sobre la hierba crece el romero y el cantueso. Por las colinas cercanas trepan las encinas, un área de apetencias cinegéticas que explica la gran cabaña canina que alimentan Blas y Visitación. Ahora tienen siete perros, entre ellos Mijita y Regaliz, pero la camada ha sido mayor. 'Los cazadores abandonan muchos, a nosotros nos dan pena, les damos de comer y se quedan', explica Visitación.

Adosados agrarios

A dos kilómetros de la ermita, por una carretera sinuosa que conduce hacia Puebla de los Infantes, se alza el muro de contención de la presa José Torán, construida dentro de los proyectos del Plan General Hidráulico (1983-86). La obra no ofrece gran interés, pero si se sigue la carretera unos kilómetros más emerge una de las panorámicas más sorprendentes y bellas de la zona.

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Las lluvias de las últimas semanas han ayudado a crear una imagen infrecuente y llamativa en plena campiña del Guadalquivir. Si se tumbaran las ramas de algunas encinas podrían refrescarse en el agua, que bordea colinas y forma pequeños itsmos de mansa belleza. Una colina, a pie de carretera y repleta de alcornoques, permite detenerse con tranquilidad para recrearse en la estampa y en el silencio, sólo roto por aves acuáticas y pájaros especialmente parlanchines. Cuando el ruido de algún coche atrona desde la carretera se percibe como una agresión hostil.

La ruta puede concluirse en el poblado de Setefilla por la curiosidad que presenta el núcleo, un ejemplo de arquitectura de colonización agraria, realizada en la década de los 60 y que fue el anticipo franquista a la cultura del adosado. Casitas blancas espaciosas pegadas unas a otras y separadas en perfectas hileras, donde crecen los naranjos. Entre Setefilla y El Priorato, el otro poblado, luce la Cruz de la Legua.

Sopeaos y gachas

- Dónde. Desde Sevilla se toma la autovía en dirección Córdoba. Un desvío señaliza la salida hacia Lora del Río. Desde el pueblo se sigue por la carretera SE-146. Los desvíos hacia la ermita están señalizados. La salida hacia el poblado de Setefilla es en el kilómetro 8 de la vía. - Cuándo. Gracias a las lluvias de las últimas semanas, tanto la campiña como las lomas están coloreadas de verdes intensos. El 8 de septiembre se celebra la romería, que también justifica una subida al santuario. - Alrededores. En Lora del Río, donde abundan los restos arqueológicos, se puede visitar la iglesia mudéjar de la Asunción, que tiene retablos del XVI. La casa de los Leones y la de las Columnas, además del Ayuntamiento, fueron construidos en el XVII. Los platos típicos son caracoles, los sopeaos y las gachas con coscurros. - Y qué más. Información en Internet: (www.dipusevilla.es)

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Lisboa desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera en Andalucía. Es autora del libro 'Cuaderno de urgencias'.

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