_
_
_
_
_
VISTO / OÍDO
Columna
Artículos estrictamente de opinión que responden al estilo propio del autor. Estos textos de opinión han de basarse en datos verificados y ser respetuosos con las personas aunque se critiquen sus actos. Todas las columnas de opinión de personas ajenas a la Redacción de EL PAÍS llevarán, tras la última línea, un pie de autor —por conocido que éste sea— donde se indique el cargo, título, militancia política (en su caso) u ocupación principal, o la que esté o estuvo relacionada con el tema abordado

Peligro de vida

'El hombre es lo que come', decían Marx y Engels (comentando a Feuerbach, para los eruditos). No se referían a la dieta mediterránea o al fast food, sino a la cantidad alimenticia. La inteligencia, el tiempo, la salud, el reposo. El poder. Lo recuerdo viendo que llegan al mercado de Madrid gacelas, cocodrilos, cebras, canguros para sustituir a la vaca (la vaca es lo que come; come mal, y es desgraciada). Supongo que en la mesa del hombre grande no aparecerá este zoológico. A la mesa del rico llega la vaca argentina, uruguaya, norteamericana: tierras de animales psicoanalizados. Aquí Fraga advierte ya que el cordero y el cerdo tienen otros graves peligros. Es natural: el viejo franquista preside una autonomía de vacas, y su forma de defenderlas es atacar otras carnes. Cambie usted de fauna que no cambiaría de encefalopatía. Otros autónomos se indignan, porque son de porcino y ovino. Entre todos han definido la idea de que comer es enormemente peligroso. Porque el pescado viene de mares petroleados, y los cereales y quizá las legumbres son transgénicos clandestinos; y las verduras están rociadas de insecticidas que terminan pasando al hombre. Mientras miramos los desgraciados sacados como algas humanas de las pateras, pensamos en la desgracia que les aguarda: van a comer como nosotros y se van a poner malos. Quizá nuestra bondad innata les aparta de esos peligros y quiere devolverlos al hambre, tan segura y tan tranquila.

Hay que vivir peligrosamente, decía Mussolini: tuvo suerte, porque él murió fusilado y colgado por los pies. Era una forma de exhortar a un pueblo a la desgracia y al ciudadano a la conquista: cuando empezó con países mucho más desgraciados, como Abisinia o España, todo fue bien -excepto en Guadalajara, pobre gente-; parece que ahora en la civilización todo hay que hacerlo peligrosamente. Comer, beber, fumar; salir en automóvil, tener relaciones sexuales. Hay una expansión del miedo a vivir: como si pudieran decir que la libertad es peligrosa, tener hijos es destructivo y comer es mortal. Sólo la muerte nos puede proteger de vivir; y el preservativo es un santo objeto que impide nacer. Qué gran tranquilidad: si a nuestros deudos no les estafaran las funerarias, les regatearan las pensiones, se les negara la herencia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_