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Entrevista:

John Waters: "Adoro el mundo del cine, por eso puedo criticarlo"

ALASKA- Conocer a un ídolo no es siempre fácil. Pero hay veces que estás segura de encontrarte ante un alma gemela, ante alguien con quien puedes pasar la velada compartiendo el mismo sentido de la vida. Eso representa John Waters para mí. Nuestra charla transcurre entre carcajadas y nos entendemos a la perfección. Lo que hoy nos importa es que se estrena su nueva película, Cecil B. Demente, una sátira inteligente en la que un director de cine secuestra a una estrella de Hollywood para realizar su obra, un atentado contra el establishment cinematográfico. Pero es imposible no aprovechar la ocasión para que una de las mentes más brillantes de nuestro tiempo analice el mundo en el que vivimos. Temas tan suyos como la ironía y la fama no podían quedar al margen.

Comentamos lo gracioso que es que nos llamen de universidades para dar charlas sobre películas por las que nos podían haber metido en la cárcel hace 20 años. Me refiero a su Pink Flamingos y a Pepi, Lucy, Bom, donde tuve que hacer una lluvia dorada con 15 años. ¿Se imaginan a Almodóvar en la cárcel por perversión de menores? "Es una gran ironía, y me encanta. La naturalidad con la que hacíamos esas películas hacía que asustaran todavía más a la gente. Teníamos un sentido particular de la belleza, donde Divine era la mujer más hermosa del mundo, pero ¿cuántos padres pueden ver a su hijo travestido y comiendo mierda de perro? Cuando me hicieron una retrospectiva en Baltimore, mis padres y los de Divine vieron Pink Flamingos por primera vez, porque igual que ellos no nos dejaban hacer ciertas cosas cuando éramos pequeños, nosotros no les habíamos permitido que la vieran antes. Cuando terminó la proyección no supe muy bien qué decirles. Pero supongo que si tus hijos son famosos y les honran con retrospectivas, es más fácil aceptar las circunstancias".

Por estas similitudes biográficas es inevitable que hablemos sobre la eterna comparación Waters-Almodóvar, sobre su verdadera relación y el tópico de que ambos son grandes directores de mujeres. "Pedro me gusta porque sus películas tienen una aproximación sana y jocosa hacia el sexo, cosa tan poco habitual en Estados Unidos. Cuando Pedro y yo nos encontramos, no hablamos sobre nuestras películas, si acaso nos preguntamos, por educación, si estamos escribiendo el próximo proyecto, y cosas así. Tenemos otras cosas más interesantes que comentar, intereses comunes. Pienso en personas con las que me apetece quedar a cenar, y Pedro es una de ellas. Sus películas me gustan de verdad, creo que es un gran cuerpo de trabajo, cosa muy difícil de encontrar. Por eso uno de los protagonistas de Cecil B. Demente lleva tatuado el nombre de Almodóvar a modo de tributo. Quizá en nuestro cine hay más papeles para mujeres de lo que es habitual. Las películas que hice con Divine eran como aquellas películas-vehículo que se hacían en los años cuarenta o cincuenta para estrellas como Susan Hayward, escritas para que brillaran. Divine interpretaba a una mujer, no como drag queen; eran papeles femeninos interpretados por un hombre. No hay tantos papeles para actrices, sobre todo si han pasado de los 40. Tanto con Kathleen Turner como con Melanie Griffith [protagonista de su última película] la gente me pregunta cómo conseguí que aceptaran. Bueno, pensaron que el papel era divertido y que les ofrecía una gran oportunidad de lucimiento personal".

Nos reímos de los críticos que creen que sus primeras películas eran más transgresoras. Hablamos sobre lo importante que es compartir el mismo sentido del humor, y llegamos a la conclusión que la clave está en la ironía. "Puedes divertirte mucho criticando cosas que conoces bien, que te gustan. No me interesa perder ni un segundo hablando sobre algo que no me interesa, hago películas sobre temas que me gustan de verdad. La cuestión es que a prácticamente nadie le gustó Pink Flamingos cuando se estrenó. Sólo recuerdo una reseña buena en el Interview de Warhol. Cecil B. Demente es una mirada ácida al mundo del cine, un mundo que adoro, y por eso puedo criticarlo. Estoy orgulloso de mis primeras películas, tienen una vida propia más allá de su director, pero me siento feliz y afortunado de no tener que hacer la misma película una y otra vez, como me podrían exigir los fans y la industria".

Las películas de Waters están plagadas de personajes dispuestos a cualquier cosa para ser famosos. Ambos consideramos que todo este asunto de la fama está muy relacionado con uno de nuestros grandes ídolos, Andy Warhol. "En América todo el mundo quiere ser famoso, es una enfermedad típicamente americana. Ya no se distingue la diferencia entre ser alguien destacado o simplemente famoso. Mi madre decía que mi nombre nunca debía aparecer en un periódico, con tres excepciones, 'la noticia de tu nacimiento, la de tu boda y tu esquela funeraria'. En Estados Unidos creen que todos tus problemas se resuelven cuando eres famoso, pero lo único que haces es adquirir otros problemas, que por otro lado no me parecen tan graves. Detesto a las estrellas que se quejan como si tuvieran que bajar a una mina todos los días, como el que cada día se despierta y tiene que acudir a un trabajo que detesta. Tengo poca paciencia con las celebridades quejicas, '¡ay, fotos no, por favor!'. Entonces, ¿para qué te hiciste actriz, querida? Es parte del trabajo".

Ambos coincidimos en que el fallo de Gran Hermano son sus protagonistas, personas que no consiguen captar nuestra atención. "La vida de esas personas no me interesa lo más mínimo. Es como un mal casting para una película. Es muy warholiano. Warhol lo hizo primero, enchufar una cámara sobre alguien que duerme, como un documental dramatizado. Así que a mí ya no me puede interesar, y me sorprende que todo el mundo esté pendiente de ver cómo un tío se afeita. Es un ejercicio de voyeurismo para la gente de clase media que nunca ha tenido la oportunidad de ver una película de Warhol. Visto así, no está tan mal".

Waters escucha fascinado cómo le relato que esa enfermedad norteamericana se ha extendido como una plaga, y le pongo ejemplos del panorama español, de nuestra prensa rosa, desde la más amable a la más carroñera, de cómo el fenómeno se ha extendido a la televisión. Las sagas Jurado-Pantoja-Jesulín, nuestra Tamara. Le enseño recortes de revistas del corazón que le he ido guardando para ilustrarle mi narración. Sin duda, la existencia de Tómbola es lo que capta su atención con mayor intensidad. "Una fila de celebridades de todo tipo, otra de periodistas y discusión abierta durante cuatro horas... Suena al paraíso. Y todas estas sagas de embarazos, maridos, amantes. Son drama queens viviendo un melodrama retransmitido por televisión. Es fascinante. El problema es que esta gente carece de sentido del humor para no tomarse demasiado en serio a sí mismos. La falta de ironía es perjudicial para la salud".

Su próxima película, A dirty shame, tratará sobre adictos al sexo. Pero es inevitable que acabemos comentando sus otras facetas. Me siento feliz de saber que próximamente publicará un nuevo libro, Roll models, vidas ejemplares y no tanto de alguno de sus personajes favoritos, y también está escribiendo la continuación de Shock Values, su reflexión biográfica. Además, desde hace tiempo se ha convertido en un interesante artista plástico que expone en museos su Little Movies, cuadros hechos a base de fotogramas de películas fetiche, debidamente alterados e intercambiados para representar su peculiar visión sobre el mundo. Waters tiene que salir corriendo para visitar el Guggenheim de Bilbao. No sé para qué quiere ver otras obras maestras, teniéndose a sí mismo.

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