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DRAMA EN SAN BLAS

Un gas que mata sin avisar

Rescatada

Entra en los hogares sin avisar y mata en silencio. Se llama monóxido de carbono y surge cuando se produce una combustión incompleta de compuestos que tienen carbono. No huele, es incoloro y no produce ningún tipo de irritación, por lo que pasa totalmente inadvertido. Los pulmones lo absorben con facilidad y cuando está dentro actúa como un veneno infalible. Entre los accidentes domésticos es el más letal.El monóxido de carbono tiene una extraordinaria facilidad para combinarse con la hemoglobina de los glóbulos rojos de la sangre formando carboxihemoglobina, lo que complica enormemente el transporte del oxígeno, que no llega como debiera a los tejidos del cuerpo. Las víctimas del monóxido sufren colapso respiratorio acompañado de convulsiones, pérdida de conciencia y una muerte rápida.

El gas se coló ayer en un pequeño piso de San Blas y sembró la muerte a su paso. Dejó cinco cadaveres, los de Juan Carlos, María del Mar y sus tres hijos. Los policías que hallaron los cuerpos no vieron signos de violencia. Los pequeños dormían; sus padres, en el cuarto de baño, se desplomaron sin adivinar que inhalaban un aire envenenado.

Las víctimas del monóxido de carbono sienten una especie de sopor o borrachera hasta que pierden la conciencia, por lo que en ningún momento adivinan la proximidad de la muerte, según los expertos.

El gas complica la distribución del oxígeno y provoca una parálisis de las extremidades, principalmente las inferiores, lo que impide a los afectados salir corriendo para pedir ayuda. Si la concentración de monóxido de carbono es elevada se puede producir la muerte en uno o dos minutos, aunque no es lo habitual.

El gas mortal tiene una larga y antigua lista de víctimas en todo el mundo. Sólo en Madrid han fallecido 11 personas en lo que va de año, incluidos los cinco integrantes de la familia de San Blas.

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La primera víctima de este año se registró en Alcalá de Henares en los primeros días de abril. Un joven quiso alargar una noche de copas y diversión y se refugió junto a unos amigos en un coche a escuchar música en el garaje, con la puerta cerrada, porque en la casa en la que estaban no había radio.

Dejaron el motor del coche encendido para alimentar la calefacción y así combatir el frío. Ésa fue su perdición. Cuatro de los jóvenes lograron salvarse, pero uno murió.

Tres días después, el monóxido de carbono atrapó a un hombre y su novia en Soto del Real cuando dormían. La mujer fue rescatada en estado de coma; el hombre murió. La policía encontró restos de unas brasas procedentes de la chimenea que provocaron la aparición del monóxido de carbono.Otro hombre, de 31 años, y su madre, de 71, murieron semanas más tarde en su piso de Moratalaz por una intoxicación similar. El fallecimiento se produjo por una mala combustión del calentador de agua situado en la cocina de la vivienda.

En el mes de mayo, una pareja de ancianos falleció en Mejorada del Campo por el monóxido que se escapó de una estufa de gas. Los ancianos fueron encontrados caídos en el comedor, cerca de la estufa, una catalítica de gas butano.

Hasta ayer, la tragedia más grave por intoxicación de monóxido estaba fechada el 21 de febrero de 1995, cuando cuatro miembros de una misma familia, una pareja de deficientes y sus dos hijos, murieron en su domicilio de Cenicientos, un pequeño municipio del suroeste madrileño, al estar mal ajustada la bombona de butano que estaban utilizando.

Un año después, un nuevo ataque del gas sin olor destrozó a una familia de Coslada. Un conducto de evacuación de humos mal construido en una noche especialmente fría provocó la desgracia. El calentador liberó monóxido de carbono y el gas llevó a la tumba a un padre y dos de sus hijos, de 13 y 14 años. Sólo la hija mayor, de 17 años, interpretó que algo raro sucedía y medio dormida se dirigió al aseo para mojarse la cara. Cuando acudió a despertar a su hermano pequeño se desmayó y fue a caer junto a una puerta de salida. El aire que entraba por la rendija la salvó.

A la mañana siguiente un familiar abrió la puerta. Se encontró con tres cadáveres y una chica agonizante que, desde entonces, ni puede enderezarse ni anda correctamente.

Cuando no mata, el monóxido de carbono deja secuelas muy graves. Es el peor enemigo de cualquier casa.

LA TRISTEZA DE LA NIÑERA.

María de los Ángeles Jiménez, la niñera de los tres pequeños, estaba tan apenada que no podía hablar. Instantes antes de la intoxicación habló por teléfono con la madre fallecida, que le preguntó dónde estaba una película de vídeo.

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